13 noviembre

Alabanza, honor, gracia y toda fuerza y ​​amor a María, madre de Jesús. Te agradezco madre porque estás cerca de mí, porque me salvas y me amas. Este día es inolvidable para mí, el día sin puesta de sol como la Pascua del Señor. Este es el día en que el cielo se ha inclinado sobre mí y los santos han hecho acciones milagrosas. 13 de noviembre, el día de María, mi día, el día en que la Madre celestial pone al niño pecador en su seno y lo salva por toda la eternidad. El 13 de noviembre es el día en que la Madre ordena a sus Ángeles que bajen a la Tierra, el día en que la Trinidad con la Madre Celestial sana al paciente eterno que, a pesar de no tener enfermedades, su cuerpo está doblado por el mal del mundo.

Un mes antes de este día, se recuerda que la Madre Celestial hace que el Sol salte en Fátima, el 13 de noviembre la madre hace saltar la vida del hijo pecador. Ahora pasan los años y solo puedo agradecerle a la Madre de Dios, solo puedo sacarle gracia y paz. Cuando miro hacia atrás y pienso en el 13 de noviembre de hace muchos años, recuerdo solo un milagro, en cambio, si veo la diferencia de hace muchos años el 13 de noviembre de hoy, entiendo que María me hace milagros todos los días, incluso si no veo.

Si miro hacia atrás, entiendo dónde comencé y dónde estoy ahora. Gracias santa madre. Gracias no solo porque me sanaste, sino también porque me salvaste. Ese 13 de noviembre de hace muchos años no es solo la curación del cuerpo, sino también mi alma se regocija ya que siempre y todos los días recibo gracias espirituales.

Cada uno de nosotros tiene un 13 de noviembre. Todos tenemos un día en que Dios se manifiesta fuertemente en nuestra vida. Quizás no solo para agradecernos sino también para decirnos que estoy allí, estoy aquí a tu lado listo para ayudarte siempre. Todos somos testigos de un día como mi 13 de noviembre. Todos ustedes, si dirigen su mirada hacia su pasado, entiendan que Dios, además de crearlos, los guía y sigue cada paso de su existencia.

¿Qué me enseñaste el 13 de noviembre?
Me enseñó a tener fe, a amar a la Madre de Dios, a no rendirme, a rezar, a creer en Dios. Me enseñó a entender que siempre tenemos esperanza, que Dios puede hacer todo, que siempre debemos estar cerca de María.

María toda hermosa que eres. Tú, como reina de la gracia y todopoderoso, te inclinaste sobre mí como un hombre pecador e insignificante. Viniste a decirme que para ti soy importante, único, que aunque un hijo de Dios pecador es importante a tus ojos. Viniste a decirme que mientras pasaba entre la multitud y nadie se dio cuenta de que estabas conmigo, caminaste a mi lado y me amaste con un hijo de verdad.

Gracias el 13 de noviembre. Grace Maria. Gracias. Comprendí que no estoy solo, que tengo vida eterna, que recibo gracias, que recibo perdón, que soy amado.

Todos los días, incluso en muchos años, cuando llegue el 13 de noviembre, cuando para muchos es un día simple, levantaré los ojos al cielo y tendré nostalgia por el paraíso hasta el último 13 de noviembre de mi existencia.

Gracias Maria. Gracias mamá. Todos los días te agradezco y te lo agradecí el 13 de noviembre.

ESCRITO POR PAOLO TESCIONE (GRACIAS RECIBIDAS).