22 DE AGOSTO BENDITO VIRGEN MARY QUEEN. Ruego ser recitado hoy

Oh Madre de mi Dios y mi Lady María, me presento ante Ti, que eres la Reina del Cielo y de la tierra como una pobre herida ante una Reina poderosa. Desde el trono alto desde el que te sientas, no desprecies, por favor dirige tus ojos hacia mí, pobre pecador. Dios te hizo tan rico para ayudar a los pobres y te hizo Madre de la Misericordia para que puedas consolar a los miserables. Mírame y siente pena por mí.

Mírame y no me dejes hasta después de haberme transformado de pecador en santo.

Me doy cuenta de que no merezco nada, por el contrario, por mi ingratitud, debería ser privado de todas las gracias que a través de tus medios he recibido del Señor; pero Tú, que eres la Reina de la Misericordia, no buscas méritos, sino miserias para ayudar a los necesitados. ¿Quién es más pobre y necesitado que yo?

Oh Virgen sublime, sé que tú, además de ser la Reina del universo, también eres mi Reina. Quiero dedicarme por completo y de una manera particular a su servicio, para que pueda disponer de mí como desee. Por eso te digo con San Bonaventura: “Señora, quiero confiar en tu discreto poder, para que me apoyes y gobernes totalmente. No me dejes". Tú me guías, mi Reina, y no me dejes solo. Mandame, úsame a tu gusto, castígame cuando no te obedezco, ya que los castigos que me llegarán de tus manos me saludarán.

Considero que es más importante ser su sirviente que el señor de toda la tierra. "Soy tuyo: sálvame". Oh María, dame la bienvenida como tuya y piensa en salvarme. Ya no quiero ser mía, me entrego a ti.

Si en el pasado te he servido mal y he perdido muchas buenas oportunidades para honrarte, en el futuro quiero unirme a tus servidores más leales y fieles. No, no quiero que nadie de ahora en adelante me supere en honrarte y amarte, mi encantadora Reina. Prometo y espero perseverar así, con su ayuda. Amén.