5 de febrero Primer viernes del mes dedicado al Sagrado Corazón: lo que tienes que hacer

meditación hoy: Fe.

Aquí estoy, mi Jesús, el viernes del segundo mes, el día que me recuerda el martirio que sufriste para reabrir las puertas del cielo y escapar de la esclavitud del diablo.

Este pensamiento debería ser suficiente para entender cuán grande es tu amor por mí. En cambio, llego tan tarde y tengo un corazón tan duro que siempre me ha resultado difícil entenderlo y responderle. Estás cerca de mí y te siento lejos, porque creo en ti, pero con una fe tan débil y tan nublada por tanta ignorancia y tanto apego a mí mismo, que no puedo sentir tu presencia amorosa.

Entonces te ruego, oh Jesús mío: aumenta mi fe, aniquila en mí lo que no te gusta y evita que vea tus rasgos de Padre, Redentor, Amigo.

Dame una fe viva que me haga atento a tu palabra y me haga amarla como la buena semilla que arrojas en el suelo de mi alma. Nada puede perturbar la fe que tengo en ti: ni la duda, ni la tentación, ni el pecado, ni el escándalo.

Haz que mi fe sea pura y cristalina, sin el peso de mis intereses personales, sin el condicionamiento de los problemas de la vida. Déjame creer solo porque eres tú quien habla. Y solo tú tienes palabras de vida eterna.

LA PROMESA DE NUESTRO SEÑOR PARA LOS DEVOTADOS DE SU SAGRADO CORAZÓN
La Sagrada Comunión mensual constituye una buena frecuencia para la participación de los misterios divinos. La ventaja y el sabor que el alma obtiene de ella, tal vez inducirán gentilmente a disminuir la distancia entre un encuentro y el otro con el Maestro divino, incluso hasta la Comunión diaria, de acuerdo con el deseo más vivo del Señor y la Santa Iglesia.

Pero esta reunión mensual debe estar precedida, acompañada y seguida por tal sinceridad de disposiciones que el alma realmente salga renovada.

El signo más seguro del fruto obtenido será la observación de la mejora progresiva de nuestra conducta, es decir, de la mayor semejanza de nuestro corazón con el Corazón de Jesús, a través de la observancia fiel y amorosa de los diez mandamientos.

"El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna" (Jn 6,54:XNUMX)