5 formas de santificar tu vida diaria con San Josemaría Escrivá

Conocido como el patrón de la vida ordinaria, Josemaría estaba convencido de que nuestras circunstancias no eran un obstáculo para la santidad.
El fundador del Opus Dei tenía una convicción, presente en todos sus escritos: la santidad a la que están llamados los cristianos "corrientes" no es una santidad menor. Es una invitación a convertirse en alguien "contemplativo en medio del mundo". Y sí, San Josemaría creía que era posible, siempre y cuando se siguieran estos cinco pasos.
1
AMA LA REALIDAD DE TUS CIRCUNSTANCIAS ACTUALES
"¿De verdad quieres ser santo?" preguntó san Josemaría. "Realiza los pequeños deberes de cada momento: haz lo que debas y céntrate en lo que estás haciendo". Más tarde, desarrollará aún más esta perspectiva realista y específica de la santidad en medio del mundo en su homilía Amar apasionadamente al mundo:

“Deja atrás los falsos idealismos, las fantasías y lo que suelo llamar 'ilusiones místicas': si no me hubiera casado; si tan solo tuviera un trabajo o título diferente; si tan solo tuviera mejor salud; si tan solo fueras más joven; si tan solo fuera mayor. En cambio, dirígete a la realidad más material e inmediata, que es donde encontrarás al Señor ”.

Este "santo de lo ordinario" nos invita a sumergirnos verdaderamente en la aventura de la vida cotidiana: "No hay otro camino, hijas e hijos míos: o aprendemos a encontrar al Señor en la vida cotidiana, todos los días, o no nunca lo encontraremos. "

2
DESCUBRE “ALGO DIVINO” ESCONDIDO EN LOS DETALLES
Como le gustaba recordar al Papa Benedicto XVI, "Dios está cerca". Este es también el camino por el que san Josemaría guiaría gentilmente a sus interlocutores:

"Vivimos como si estuviera muy lejos, en los cielos arriba, y olvidamos que también está continuamente a nuestro lado". ¿Cómo podemos encontrarlo, cómo podemos establecer una relación con él? "Comprendes bien: hay algo santo, algo divino escondido en las situaciones más ordinarias, y depende de cada uno de ustedes descubrirlo".

En definitiva, se trata de transformar todas las circunstancias, tanto agradables como desagradables, de la vida ordinaria en fuente de diálogo con Dios y, por tanto, en fuente de contemplación: "Pero ese trabajo ordinario, que es tu propio compañero, los trabajadores lo hacen - debe ser una oración constante para ti. Tiene las mismas hermosas palabras, pero una melodía diferente cada día. Nuestra misión es transformar la prosa de esta vida en poesía, en versos heroicos ”.

3
ENCUENTRA LA UNIDAD EN LA VIDA
Para san Josemaría, la aspiración a una auténtica vida de oración está íntimamente ligada a la búsqueda de la superación personal, a través de la adquisición de las virtudes humanas "unidas en una vida de gracia". Paciencia con un adolescente rebelde, sentido de la amistad y capacidad de fascinación en las relaciones con los demás, serenidad ante los fracasos dolorosos: esta es, según Josemaría, la "materia prima" de nuestro diálogo con Dios, el terreno de juego de la santificación. Se trata de “materializar la propia vida espiritual” para evitar la tentación de llevar “una especie de doble vida: por un lado, una vida interior, una vida ligada a Dios; y por otro lado, como algo separado y diferenciado, su vida profesional, social y familiar, conformada por pequeñas realidades terrenales ”.

Un diálogo que aparece en Camino ilustra muy bien esta invitación: “Tú me preguntas: ¿por qué esa cruz de madera? - Y copio de una carta: 'Al levantar la vista del microscopio, mi vista se detiene en la cruz, negra y vacía. Esa Cruz sin su Crucifijo es un símbolo. Tiene un significado que otros no pueden ver. Y aunque esté cansado y a punto de dejar el trabajo, miro hacia atrás al objetivo y sigo: porque la Cruz solitaria pide un par de hombros para sostenerla ».

4
VER A CRISTO EN OTROS
Nuestra vida diaria es esencialmente una vida de relaciones - familia, amigos, colegas - que son fuentes de felicidad y tensión inevitable. Según san Josemaría, el secreto está en aprender “a reconocer a Cristo cuando viene a nuestro encuentro en nuestros hermanos, en las personas que nos rodean… Ningún hombre ni mujer es un solo verso; todos inventamos un poema divino que Dios escribe con la colaboración de nuestra libertad ”.

A partir de ese momento, incluso las relaciones cotidianas adquieren una dimensionalidad insospechada. "-Niño. —Los enfermos. —Escribiendo estas palabras, ¿no te sientes tentado a ponerlas en mayúscula? Porque, para un alma enamorada, los niños y los enfermos son Él ”. Y de ese diálogo interior y continuo con Cristo surge el impulso de hablar de él a los demás: "El apostolado es el amor de Dios, que se desborda y se entrega a los demás".

5
HAZLO TODO POR AMOR
"Todo lo que se hace por amor se vuelve hermoso y grandioso". Esta es sin duda la última palabra de la espiritualidad de san Josemaría. No se trata de intentar hacer grandes cosas o esperar a que circunstancias extraordinarias se comporten heroicamente. Se trata más bien de esforzarnos humildemente en los pequeños deberes de cada momento, poniendo en ello todo el amor y la perfección humana de que somos capaces.

A san Josemaría le gustaba especialmente referirse a la imagen del burro montado en el carnaval cuya vida aparentemente monótona e inútil es en realidad extraordinariamente fértil:

“¡Qué bendita perseverancia tiene el burro de carnaval! - Siempre al mismo ritmo, caminando en los mismos círculos una y otra vez. - Día tras día, siempre igual. Sin eso, no habría maduración de la fruta, no habría frescura en los huertos, no habría aromas en los jardines. Lleva este pensamiento a tu vida interior. "