La hermana Faustina nos describe los dolores del infierno.

 

De su diario aprendemos lo siguiente ... 20.x.1936. (II ° Cuaderno)

Hoy, bajo la guía de un ángel, he estado en las profundidades del infierno. Es un lugar de grandes tormentos por toda su extensión espantosamente grande. Estos son los diversos dolores que he visto: el primer castigo, el que constituye el infierno, es la pérdida de Dios; el segundo, el constante remordimiento de la conciencia; el tercero, la conciencia de que ese destino nunca cambiará; el cuarto castigo es el fuego que penetra el alma, pero no lo destruye; es un dolor terrible: es un fuego puramente espiritual encendido por la ira de Dios; el quinto castigo es la oscuridad continua, un hedor sofocante horrible, y aunque es oscuro, los demonios y las almas condenadas se ven y ven todo el mal de los demás y de los suyos; el sexto castigo es la compañía constante de satanás; El séptimo castigo es una tremenda desesperación, odio a Dios, maldiciones, maldiciones, blasfemias. Estos son dolores que todos los condenados sufren juntos, pero este no es el final de los tormentos. Hay tormentos particulares para las diversas almas que son los tormentos de los sentidos. Cada alma con lo que ha pecado es atormentada de una manera tremenda e indescriptible. Hay cuevas horribles, abismos de tormentos, donde cada tortura difiere de la otra. Hubiera muerto al ver esas horribles torturas, si la omnipotencia de Dios no me hubiera sostenido. El pecador sabe que, en el sentido en que peca, será torturado por toda la eternidad. Escribo esto por orden de Dios, para que ninguna alma se justifique diciendo que el infierno no está allí, o que nadie ha estado y nadie sabe cómo es. Yo, Hermana Faustina, por orden de Dios he estado en las profundidades del infierno, para decírselo a las almas y testificar que el infierno está allí. Ahora no puedo hablar de esto. Tengo la orden de Dios de dejarlo por escrito. Los demonios me han mostrado un gran odio, pero por orden de Dios han tenido que obedecerme. Lo que he escrito es una débil sombra de las cosas que he visto. Una cosa que noté es que la mayoría de las almas que hay son almas que no creían que hubiera un infierno. Cuando volví a mí mismo, no pude recuperarme del miedo, ante la idea de que las almas sufren tan terriblemente allí, por esto rezo con mayor fervor por la conversión de los pecadores, e invoco incesantemente la Misericordia de Dios por ellos. O mi Jesús, prefiero agonizar hasta el fin del mundo en las torturas más grandes, en lugar de ofenderte con el pecado más pequeño.
Sor Faustina Kowalska