La profecía del Padre Pío al padre Giuseppe Ungaro

Padre Pio, Santo de Pietrelcina, conocido por sus numerosos milagros y su gran devoción hacia los más necesitados, dejó una profecía que ha dejado boquiabiertos a muchos fieles a lo largo de los años. Entre quienes tuvieron el privilegio de conocer al Santo y recibir de él una profecía, se encuentra el padre Ungaro, un devoto fraile que dedicó su vida a la misión de ayudar a los más frágiles y necesitados.

fraile de Pietralcina

Padre Ungaro, Desde muy joven tuvo un ardiente deseo de ser misionero, para llevar consuelo y ayuda a quienes lo necesitaban. Su vocación nació desde niño y con el paso de los años se hizo cada vez más fuerte. Sin embargo, la profecía del Padre Pío ha trastornó sus planes.

La profecía del Padre Pío trastocó los planes del Padre Ungaro

Durante una reunión en Sabaudia, el padre Ungaro solía ir a San Giovanni Rotondo confesarse al Padre Pío. Fue en aquella ocasión que el Santo se dirigió a él palabras proféticas lo que le hizo comprender que su deseo de ser misionero nunca se haría realidad.

fraile

Con su habitual actitud decidida, el santo de Pietralcina le dijo que nunca iría a una misión. Estas palabras fueron un duro golpe para el Padre Ungaro, pero unaceptó la voluntad de Dios y continuó dedicando su vida a la misión de otras maneras.

A pesar de la profecía del santo, el padre Ungaro tuvo la suerte de conocer a otras personas. dos santos durante el transcurso de su vida. San Maximiliano Kolbe y Leopoldo Mandic. Con San Maximiliano Kolbe tuvo la oportunidad de confesarse y recibir preciosos consejos para su vocación, mientras que con el Padre Leopoldo Mandic tuvo el honor de ser destinado como confesor de menores en el convento en 1938.

El padre Ungaro continuó vivir su vocación con gran espíritu de sacrificio y dedicación. Demostró que aunque nuestros planes no coincidan con la voluntad de Dios, es importante aceptar su voluntad y seguir sirviéndole con amor y humildad.

Su historia es una advertencia para todos nosotros, un estímulo para seguir la voluntad de Dios con determinación y amor, incluso cuando los caminos que imaginamos para nosotros mismos toman un camino diferente.