Sábado Santo: el silencio de la tumba

Hoy hay un gran silencio. El salvador está muerto. Descansa en la tumba. Muchos corazones estaban llenos de dolor incontrolable y confusión. ¿Realmente se había ido? ¿Se habían roto todas sus esperanzas? Estos y muchos otros pensamientos de desesperación llenaron las mentes y los corazones de muchos que amaron y siguieron a Jesús.

Es en este día que honramos el hecho de que Jesús todavía estaba predicando. Él descendió a la tierra de los muertos, a todas las almas santas que habían ido antes que él, para traerles su regalo de salvación. Él trajo su don de misericordia y redención a Moisés, Abraham, los profetas y muchos otros. Fue un día de gran alegría para ellos. Pero un día de gran dolor y confusión para aquellos que vieron morir a su Mesías en la Cruz.

Es útil reflexionar sobre esta aparente contradicción. Jesús estaba llevando a cabo su acto de redención, el mayor acto de amor jamás conocido, y muchos estaban en total confusión y desesperación. Muestre que los caminos de Dios están muy por encima de nuestros propios caminos. Lo que parecía ser una gran pérdida se convirtió en realidad en el triunfo más glorioso jamás conocido.

Lo mismo vale para nuestras vidas. El Sábado Santo debería recordarnos que incluso lo que parecen ser las peores tragedias no siempre son lo que parecen. Dios el Hijo obviamente estaba haciendo grandes cosas mientras yacía en la tumba. Estaba cumpliendo su misión de redención. Estaba cambiando su vida y derramando gracia y misericordia.

El mensaje del Sábado Santo es claro. Es un mensaje de esperanza. No esperar en un sentido mundano, más bien, es el mensaje de la esperanza divina. Espero y confíe en el plan perfecto de Dios, espero que Dios siempre tenga un propósito mayor. Espero que Dios use el sufrimiento y, en este caso, la muerte como una poderosa herramienta de salvación.

Pase un tiempo en silencio hoy. Intenta entrar en la realidad del Sábado Santo. Deja que la esperanza divina crezca en ti sabiendo que la Pascua llegará pronto.

Señor, te agradezco por el regalo de tu sufrimiento y muerte. Gracias por este día de silencio mientras esperamos su resurrección. También puedo esperar tu triunfo en mi vida. Cuando luche con desesperación, querido Señor, ayúdame a recordar este día. El día en que todo parecía una pérdida. Ayúdame a ver mis luchas a través del objetivo del Sábado Santo, recordando que eres fiel en todo y que la resurrección siempre está asegurada para aquellos que confían en ti. Jesús, confío en ti.