Santa Lucía, porque en el día en su honor no se come pan ni pasta

La fiesta de se celebra el 13 de diciembre. Santa Lucía, una tradición campesina que se ha transmitido de generación en generación en las provincias de Cremona, Bérgamo, Lodi, Mantua y Brescia, anticipando la Navidad. El origen de esta tradición se remonta a cuando el solsticio de invierno caía el 13 de diciembre y las familias campesinas practicaban una especie de reparto, donando parte de sus cosechas a los menos afortunados. Esta tradición de hospitalidad evolucionó luego con la costumbre de acoger en las casas a los peregrinos, quienes a cambio, antes de partir, dejaban un regalo en la puerta. Esto consolidó la entrega de regalos. 13 de diciembre.

Santa

La espera por Santa Lucía siempre se vive con una atmósfera mágica, especialmente por los niños. Los rituales comienzan a principios de diciembre, cuando los niños ellos escriben cartas con sus deseos de juego. Los adultos tocan campanas en las calles para avisar que Santa Lucía pasa para controlar el comportamiento de los niños. La tarde del 12 de diciembre, cada casa prepara una plato con galletas y una copa de vin santo para Santa Lucía. Al despertar, los niños encuentran sus juegos, rigurosamente ensamblados para crear sorpresas increíbles.

La veneración y el amor que une a este santo están ligados a leyendas y milagros. Cuenta la leyenda que durante una grave hambruna en Bresciano, algunas señoras de Cremona organizaron una distribución anónima de bolsas de grano a familias necesitadas. Una caravana de burros cargados llegó a Brescia durante la noche del 12 diciembre. Para los ciudadanos fue un milagro de Santa Lucía.

Lucía

El santo también se celebra en Palermo en memoria de un hecho histórico en el que, durante la hambruna, mientras la población moría de hambre y penurias, el santo hizo llegar un barco al puerto cargado de grano quien allí lo salvó de una muerte segura. Desde entonces, los palermitanos recuerdan cada año el acontecimiento absteniéndose durante todo el día de comer alimentos ricos en almidón, tanto pan que pasta.

La historia de Santa Lucía

Santa Lucía fue una joven de Siracusa que vivió alrededor del siglo III-IV. Según la tradición, siendo muy joven fue prometida en matrimonio a un joven patricio de su ciudad. Un día, su madre, eutiquia, sufrió una grave hemorragia. Desesperada, Lucía se fue a Catania para pedir gracia ante la tumba de la mártir Agatha. Allí se le apareció la santa quien le aseguró que sanaría a su madre pero a cambio tendría que dedicar su vida a los pobres, los pequeños marginados y los que sufren.

Al regresar a Siracusa, Lucía inmediatamente comenzó a llevar a cabo esta misión interrumpiendo primero el compromiso. El novio rechazado no aceptó su decisión y denunciado a lo terrible prefecto pascasio, acusándola de ser cristiana. Lucía fue encarcelada pero no aceptó renegar de su fe, proclamándose seguidora de Cristo. Así marcó su pena de muerte.

Antes de la ejecución del 13 de diciembre, Lucía logró recibir l'Eucaristía y predijo la muerte de Diocleciano, que se produjo unos años más tarde y el fin de las persecuciones, que terminaron con el edicto de Constantino. La leyenda contada a los niños cuenta que Lucía hizo que un niño se enamorara de ella y, deslumbrado por la belleza de sus ojos, se los pidió como regalo. Lucía aceptó el regalo y milagrosamente sus ojos volvieron a crecer aún más hermosos que antes. El niño también pide tener esos ojos, pero Lucía se niega y es asesinada por él con un cuchillo en el corazón.