Apariciones, revelaciones: una experiencia mística pero no para todos

Son muchos los santos y gente común que, con el tiempo, han revelado que tuvieron la aparición de Ángeles, Jesús y María.
La Virgen María apareció en Medjugorje, por ejemplo, dando mensajes de paz como lo hizo Nuestra Señora de Fátima en Portugal o con Nuestra Señora de Lourdes.

El Papa Francisco afirma que la Iglesia es siempre muy prudente. Nunca pone una fe arraigada en las apariciones. La fe tiene sus raíces en el Evangelio, en la revelación, en la tradición de la revelación. Antes de declarar la veracidad de las apariciones, la Iglesia recoge los testimonios examinándolos a fondo, dejándose guiar por el Espíritu Santo para la necesaria valoración.

Esto se debe a que solo una persona devota puede distinguir, con la ayuda de guías espirituales, las apariciones "buenas de malas", después de todo, el mal puede tomar cualquier apariencia e incluso sugerirnos.
Incluso si una aparición fuera reconocida como veraz, nunca se impondrá como doctrina de la Iglesia a nosotros los fieles porque somos libres de creer o no en estos hechos, incluso en los reconocidos.

Ninguna aparición puede añadir nada a la fe.
Cada uno de nosotros está libre de cualquier vínculo, pero si cree puede seguir el rastro de los mensajes relacionados con las apariciones, que muchas veces sirven para convertir, para llamar a la fe a quienes se han apartado de ellas. Cualquiera que tenga el deseo, a diario, de acercarse lo más posible a Dios, puede decidir fácilmente en su corazón si una aparición refleja el espíritu cristiano.
Temer a Dios es sabiduría y esquivar el mal es inteligencia