Comentario al Evangelio del 12 de enero de 2021 de Don Luigi Maria Epicoco

“Fueron a Capernaum y, habiendo entrado en la sinagoga el sábado, Jesús comenzó a enseñar”.

La sinagoga es el lugar principal de enseñanza. El hecho de que Jesús esté allí para enseñar no da ningún problema con respecto a la costumbre de la época. Sin embargo, hay algo diferente que el evangelista Marcos trata de resaltar con un detalle tan aparentemente habitual:

"Y estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñó como quien tiene autoridad y no como los escribas".

Jesús no habla como los demás. No habla como alguien que ha aprendido la lección de memoria. Jesús habla con autoridad, es decir, como quien cree en lo que dice y, por tanto, da un peso completamente diferente a las palabras. Los sermones, catecismos, discursos e incluso las conferencias a las que sometemos a otros muy a menudo no dicen cosas incorrectas, sino cosas extremadamente verdaderas y correctas. Pero nuestra palabra parece ser como la de los escribas, sin autoridad. Quizás porque como cristianos hemos aprendido lo que es correcto pero quizás no lo creemos completamente. Damos información correcta pero nuestra vida no parece ser un reflejo de ella. Sería bueno si como individuos, pero también como Iglesia, tuviéramos el valor de preguntarnos si nuestra palabra es una palabra pronunciada con autoridad o no. Sobre todo porque cuando falta la autoridad nos quedamos solo con el autoritarismo, que es un poco como decir que cuando no tienes credibilidad solo puedes ser escuchado por coacción. No es la gran voz la que nos da un lugar en la sociedad o en la cultura contemporánea, sino la autoridad. Y esto se puede ver con un detalle muy simple: quien habla con autoridad desenmascara el mal y lo pone a la puerta. Para mantener la autoridad en el mundo, uno no debe ceder. Porque este mal (que siempre es mundano) percibe a Jesús como una ruina. El diálogo no es hacer un guiño al mundo, sino desenmascararlo en su verdad más profunda; pero siempre y solo a la manera de Cristo y no a la de los nuevos cruzados.