Devoción a Jesús: oración poderosa a los dulces corazones de Jesús y María

Tu bondad es tal o tan dulce Corazón de Jesús y de María, que anhelo el deseo de amarte y al mismo tiempo me aflijo inmensamente al ver mi pequeñez que no sabe amarte tanto como quisiera. Supón, o ámame, Corazones de Jesús y María, el ardiente deseo de amarte sin medida. Sabes cuánto haría para aumentar, incluso en el más mínimo grado, este amor que prefiero a todas las criaturas y todos los tesoros de la tierra; de hecho, lo considero una nada comparado con eso.

Lo que llamo el misterio de la iniquidad me aflige tremendamente, la ingratitud humana que no corresponde a tu bondad, tan grande que nunca podremos entender. ¡Estás tan ofendido, oh corazón más amable de Jesús y María, por aquellos que amas sin límites, por aquellos a quienes beneficias sin medida! ¡Qué ultraje para tu bondad! Yo mismo no soporto la agonía que siento al ver que te pagan tan perversamente. El error es tan grande que si el delincuente fuera un hombre, tendría que sucumbir a la pesadilla del dolor.

Oh Corazones de Jesús y María, iluminados con amor por nosotros, enciende nuestro corazón con amor por ti.

ORACIÓN - Te rogamos, Señor, que el Espíritu Santo nos inflame con ese fuego que nuestro Señor Jesucristo, desde las profundidades de su Corazón, esparció sobre la tierra y quiso encender con fuerza. El que vive y reina contigo en la humildad del Espíritu Santo, Dios por los siglos de los siglos. Que así sea.

ENTREVISTA - Dulces corazones de Jesús y María, nunca me permitas ser esclavo del pecado, el egoísmo y cualquier otra pasión. Deja que el deseo de amarte crezca y se inflame tanto que llegue a consumirme y transformarme por completo en ti. Deja que busque en toda tu gloria, tu único honor y que te lleve a glorificarte y deja que todos te glorifiquen que este deseo Tú formas mi vida y mi único ideal. Quiero ser todo tuyo, vivir solo en ti, solo para ti, solo contigo, estar contigo solo, unirme para siempre contigo solo. No puedo concebir, de ninguna manera puedo permitir lo contrario de lo que juro y escribo. Con mi sangre me gustaría escribir estas palabras; pero mi voluntad debe valer más que la sangre, fuerte y decidido a amarte inmensamente más que a la muerte. Así es como debería ser.