Devoción al Padre Pio: el acto de consagración

Oh María, Virgen poderosa y Madre de misericordia, Reina del Cielo y Refugio de los pecadores, nos consagramos a tu Inmaculado Corazón. Te consagramos nuestro mismo ser y toda nuestra vida; todo lo que tenemos, todo lo que amamos, todo lo que somos. A ti te damos nuestro cuerpo, nuestro corazón y nuestra alma; a ti te damos nuestras casas, nuestras familias, nuestro país. Deseamos que todo lo que está en nosotros y a nuestro alrededor pueda pertenecerle y compartir los beneficios de su bendición maternal.

Y para que este acto de consagración sea verdaderamente eficaz y duradero, renovamos hoy a tus pies las promesas de nuestro Bautismo y nuestra Primera Comunión. Nos comprometemos a profesar las verdades de nuestra santa fe con valentía y en todo momento, y a vivir como católicos debidamente sometidos a todas las indicaciones del Papa y de los obispos en comunión con él.

Estamos comprometidos a guardar los mandamientos de Dios y Su iglesia, especialmente para santificar el día de reposo. Asimismo, nos comprometemos a hacer de las prácticas consoladoras de la religión cristiana, y especialmente de la Sagrada Comunión, una parte integral de nuestra vida, en la medida en que podamos hacerlo.

Finalmente, te prometemos, oh gloriosa Madre de Dios y amorosa Madre de todos, dedicarnos de todo corazón a tu servicio, para apresurar y asegurar, por la soberanía de tu Inmaculado Corazón, la venida del reino del Sagrado Corazón de tu adorable. Hijo., En nuestro corazón y en el corazón de todos, en nuestro país y en todo el mundo, como en el cielo, así en la tierra.