Devoción a los santos: el pensamiento del Padre Pío hoy 18 de noviembre

9. La verdadera humildad del corazón es que sintió y vivió más de lo que se muestra. Siempre debemos humillarnos ante Dios, pero no con esa falsa humildad que conduce al desánimo, generando desesperación y desesperación.
Debemos tener un concepto bajo de nosotros mismos. Créanos inferiores a todos. No ponga su ganancia antes que la de los demás.

10. Cuando reces el Rosario, di: "San José, ruega por nosotros".

11. Si tenemos que ser pacientes y soportar las miserias de los demás, tanto más tenemos que soportarnos a nosotros mismos.
En tus infidelidades diarias humilladas, humilladas, siempre humilladas. Cuando Jesús te vea humillado hasta el suelo, extenderá tu mano y pensará en sí mismo para atraerlo hacia sí mismo.

12. ¡Oremos, oremos, oremos!

13. ¿Qué es la felicidad si no la posesión de todo tipo de bien, que hace que el hombre esté completamente satisfecho? Pero, ¿hay alguien en esta tierra que sea completamente feliz? Por supuesto no. El hombre habría sido así si hubiera permanecido fiel a su Dios, pero como el hombre está lleno de crímenes, es decir, lleno de pecados, nunca puede ser completamente feliz. Por lo tanto, la felicidad se encuentra solo en el cielo: no hay peligro de perder a Dios, no hay sufrimiento, no hay muerte, sino la vida eterna con Jesucristo.

14. La humildad y la caridad van de la mano. Uno glorifica y el otro santifica.
La humildad y la pureza de la moral son alas que se elevan hacia Dios y casi se deifican.

15. Todos los días el Rosario!

16. Humíllate siempre y con amor ante Dios y los hombres, porque Dios habla a aquellos que mantienen su corazón verdaderamente humilde ante él y lo enriquecen con sus dones.

17. Miremos primero y luego miremos a nosotros mismos. La distancia infinita entre el azul y el abismo genera humildad.

18. Si estar de pie dependiera de nosotros, seguramente al primer aliento caeríamos en manos de nuestros enemigos sanos. Siempre confiamos en la piedad divina y así experimentaremos más y más cuán bueno es el Señor.

19. Más bien, debes humillarte ante Dios en lugar de desanimarte si él reserva los sufrimientos de su Hijo para ti y quiere que experimentes tu debilidad; debes elevarle la oración de resignación y esperanza cuando caes en la debilidad y agradecer los muchos beneficios que serán enriquecedores.

20. Padre, eres tan bueno!
- No soy bueno, solo Jesús es bueno. ¡No sé cómo este hábito de San Francisco que uso no se me escapa! El último matón en la tierra es oro como yo.

21. ¿Qué puedo hacer?
Todo viene de Dios. Soy rico en una cosa, en la miseria infinita.

22. Después de cada misterio: San José, ¡ruega por nosotros!

23. ¡Cuánta malicia hay en mí!
- Mantén esta creencia también, humíllate pero no te enojes.

24. Tenga cuidado de no desanimarse de verse rodeado de enfermedades espirituales. Si Dios te deja caer en alguna debilidad, no es abandonarte, sino solo establecerte en la humildad y hacerte más atento para el futuro.