Devoción a los santos: el pensamiento del Padre Pío hoy 28 de octubre

Oh María, muy dulce madre de los sacerdotes, mediadora y dispensadora de todas las gracias, desde el fondo de mi corazón te lo ruego, te lo ruego, te lo ruego hoy, mañana, siempre, a Jesús, el fruto bendito de tu vientre.

8. Mi madre, te amo. ¡Protegeme!

9. No te alejes del altar sin derramar lágrimas de dolor y amor por Jesús, crucificado por tu salud eterna.
Nuestra Señora de los Dolores te hará compañía y será de dulce inspiración.

10. No se dedique tanto a la actividad de Marta como para olvidar el silencio o el abandono de María. Que la Virgen, que concilia bien ambas oficinas, sea de dulce modelo e inspiración.

11. María infla y perfuma tu alma con nuevas virtudes y coloca su mano materna sobre tu cabeza.
Aférrate cada vez más a la Madre Celestial, porque es el mar a través del cual alcanzas las orillas del esplendor eterno en el reino del amanecer.

12. Recuerda lo que sucedió en el corazón de nuestra Madre celestial al pie de la cruz. Estaba petrificada ante el Hijo crucificado por la exuberancia del dolor, pero no se puede decir que fue abandonada por él. De hecho, ¿cuándo la amaba más que sufrir y no podía ni llorar?

13. ¿Qué deben hacer sus hijos?
- Amo a la Virgen.

14. Reza el Rosario! ¡Siempre corona contigo!

15. También regeneramos en el santo bautismo que corresponde a la gracia de nuestra vocación en imitación de nuestra Madre Inmaculada, aplicándonos sin cesar en el conocimiento de Dios para siempre conocerlo mejor, servirlo y amarlo.

16. Mi madre, en lo profundo de mí, ese amor que ardía en tu corazón por él, en mí que, cubierto de miserias, admira en ti el misterio de tu Inmaculada Concepción, y que deseo ardientemente que por eso purifiques mi corazón. amar a mi Dios y a ti, purificar la mente para elevarnos a él y contemplarlo, adorarlo y servirlo en espíritu y verdad, purificar el cuerpo para que sea su tabernáculo menos indigno de poseerlo, cuando se dignará venir en comunión santa.

17. Me gustaría tener una voz tan fuerte para invitar a los pecadores de todo el mundo a amar a Nuestra Señora. Pero como esto no está en mi poder, recé, y rezaré a mi angelito para que realice este oficio por mí.

18. dulce corazón de María,
¡Sé la salvación de mi alma!

19. Después de la ascensión de Jesucristo al cielo, María ardía continuamente con el deseo más vivo de reunirse con él. Sin su divino Hijo, ella parecía estar en el exilio más duro.
Aquellos años en los que tuvo que ser separada de él, fueron para ella el martirio más lento y doloroso, el martirio de amor que la consumió lentamente.

20. Jesús, que reinó en el cielo con la humanidad más santa que había tomado de las entrañas de la Virgen, también quería que su Madre no solo con su alma, sino también con su cuerpo para encontrarse con él y compartir plenamente su gloria.
Y esto era bastante correcto y apropiado. Ese cuerpo que ni siquiera había sido esclavo del diablo y del pecado por un instante no debía estar ni siquiera en corrupción.

21. Intenta ajustarte siempre y en todo a la voluntad de Dios en cada evento, y no tengas miedo. Esta conformidad es la forma segura de llegar al cielo.

22. Padre, enséñame un atajo para llegar a Dios.
- El atajo es la Virgen.