Devoción a los santos: el pensamiento del Padre Pío hoy 4 de noviembre

3. Hermosa mamá, querida mamá, sí, eres hermosa. Si no hubiera fe, los hombres te llamarían diosa. Tus ojos son más brillantes que el sol; eres hermosa, mami, me glorío en eso, te amo. Deh! ayuadame.

4. En mayo, ¡digamos muchos Ave María!

5. ¡Mis hijos, me encanta el Ave María!

6. Que María sea la razón de tu existencia y te guíe hacia el puerto seguro de la salud eterna. Que ella sea tu dulce modelo e inspiradora en la virtud de la santa humildad.

7. Oh María, muy dulce madre de los sacerdotes, mediadora y dispensadora de todas las gracias, desde el fondo de mi corazón te lo ruego, te lo ruego, te lo ruego hoy, mañana, siempre, a Jesús, el fruto bendito de tu vientre.

8. Mi madre, te amo. ¡Protegeme!

9. No te alejes del altar sin derramar lágrimas de dolor y amor por Jesús, crucificado por tu salud eterna.
Nuestra Señora de los Dolores te hará compañía y será de dulce inspiración.

10. No se dedique tanto a la actividad de Marta como para olvidar el silencio o el abandono de María. Que la Virgen, que concilia bien ambas oficinas, sea de dulce modelo e inspiración.

11. María infla y perfuma tu alma con nuevas virtudes y coloca su mano materna sobre tu cabeza.
Aférrate cada vez más a la Madre Celestial, porque es el mar a través del cual alcanzas las orillas del esplendor eterno en el reino del amanecer.

12. Recuerda lo que sucedió en el corazón de nuestra Madre celestial al pie de la cruz. Estaba petrificada ante el Hijo crucificado por la exuberancia del dolor, pero no se puede decir que fue abandonada por él. De hecho, ¿cuándo la amaba más que sufrir y no podía ni llorar?

13. ¿Qué deben hacer sus hijos?
- Amo a la Virgen.

14. Reza el Rosario! ¡Siempre corona contigo!

15. También regeneramos en el santo bautismo que corresponde a la gracia de nuestra vocación en imitación de nuestra Madre Inmaculada, aplicándonos sin cesar en el conocimiento de Dios para siempre conocerlo mejor, servirlo y amarlo.

16. Mi madre, en lo profundo de mí, ese amor que ardía en tu corazón por él, en mí que, cubierto de miserias, admira en ti el misterio de tu Inmaculada Concepción, y que deseo ardientemente que por eso purifiques mi corazón. amar a mi Dios y a ti, purificar la mente para elevarnos a él y contemplarlo, adorarlo y servirlo en espíritu y verdad, purificar el cuerpo para que sea su tabernáculo menos indigno de poseerlo, cuando se dignará venir en comunión santa.

17. Me gustaría tener una voz tan fuerte para invitar a los pecadores de todo el mundo a amar a Nuestra Señora. Pero como esto no está en mi poder, recé, y rezaré a mi angelito para que realice este oficio por mí.