Divina Misericordia: consagración a Jesús de Santa Faustina

¿En qué consiste el culto a la imagen de la Divina Misericordia?

La imagen ocupa una posición clave en toda devoción a la Divina Misericordia, ya que constituye una síntesis visible de los elementos esenciales de esta devoción: recuerda la esencia de la adoración, la confianza infinita en el Dios bueno y el deber de la caridad misericordiosa hacia el siguiente. El acto que se encuentra en la parte inferior de la imagen habla claramente de confianza: "Jesús, confío en ti". Por la voluntad de Jesús, la imagen que representa la misericordia de Dios debe ser una señal que recuerde el deber cristiano esencial, es decir, la caridad activa hacia el prójimo. "Debe recordar las exigencias de Mi misericordia, ya que incluso la fe más fuerte no sirve para nada sin obras" (P. II, p. 278). La veneración de la imagen, por lo tanto, consiste en la unión de una oración segura con la práctica de los actos de misericordia.

Las promesas relacionadas con la veneración de la imagen.

Jesús hizo tres promesas muy claras:

- "El alma que adorará esta imagen no perecerá" (P. I, p. 18): es decir, prometió la salvación eterna.

- "También prometo la victoria a nuestros enemigos en esta tierra (...)" (P. I, p. 18): estos son los enemigos de la salvación y de lograr un gran progreso en el camino de la perfección cristiana.

- "Yo mismo lo defenderé como Mi propia gloria" a la hora de la muerte (P. I, p. 26): es decir, prometió la gracia de una muerte feliz.

La generosidad de Jesús no se limita a estas tres gracias particulares. Como dijo: "Ofrezco a los hombres la vasija con la que deben venir para sacar gracias de la fuente de la misericordia" (P. I, p. 141), no ha puesto ningún límite ni en el campo ni en el tamaño de estos. gracias y beneficios terrenales, que se pueden esperar, venerando con una confianza inquebrantable la imagen de la Divina Misericordia.

Consagracion a Jesus
Dios eterno, la bondad misma, cuya misericordia no puede ser entendida por ninguna mente humana o angelical, ayúdame a llevar a cabo tu santa voluntad, como tú mismo me la haces saber. No deseo nada más que cumplir la voluntad de Dios. He aquí, Señor, tienes mi alma y mi cuerpo, la mente y mi voluntad, el corazón y todo mi amor. Acomódame de acuerdo con tus diseños eternos. Oh Jesús, luz eterna, ilumina mi intelecto e inflama mi corazón. Quédate conmigo como me lo prometiste, porque sin ti no soy nada. Sabes, oh Jesús mío, lo débil que soy, ciertamente no necesito decírtelo, porque tú mismo sabes muy bien lo miserable que soy. Toda mi fuerza reside en ti. Amén. S. Faustina