Devoción católica a los santos: ¡aquí están los malentendidos explicados!

Otros cristianos a veces malinterpretan la devoción católica a los santos. La oración no implica automáticamente adoración y puede significar simplemente suplicarle a alguien un favor. La Iglesia ha delineado tres categorías que distinguen la forma en que oramos a los santos, a María oa Dios.  Dulia es una palabra griega que significa honor. Describe el tipo de homenaje que se debe a los santos por su profunda santidad.  Hyperdulia describe el honor preeminente que se le rinde a la Madre de Dios debido al alto estatus que Dios mismo le ha otorgado. L atri , que significa adoración, es el homenaje supremo que se le da solo a Dios. Nadie más que Dios es digno de adoración o de latría.

Honrar a los santos de ninguna manera disminuye el honor debido a Dios, de hecho, cuando admiramos una pintura magnífica, no disminuye el honor debido al artista. Al contrario, admirar una obra de arte es un cumplido para el artista cuya habilidad la produjo. Dios es quien hace santos y los eleva a las alturas de la santidad por la que son venerados (como ellos serían los primeros en decirte), y por tanto, honrar a los santos significa automáticamente honrar a Dios, el Autor de su santidad. Como lo atestigua la Escritura, "somos la obra de Dios".

Si pedir a los santos que intercedan por nosotros fuera contrario al único mediador de Cristo, sería igualmente incorrecto pedirle a un familiar o amigo en la tierra que ore por nosotros. ¡Incluso estaría mal orar por los demás, poniéndonos como intercesores entre Dios y ellos! Claramente este no es el caso. La oración intercesora ha sido una característica fundamental de la caridad que los cristianos han ejercido entre sí desde la fundación de la Iglesia. 

Está ordenado por las Escrituras y tanto los cristianos protestantes como los católicos continúan practicándolo hoy. Por supuesto, es absolutamente cierto que solo Cristo, plenamente divino y plenamente humano, puede salvar la brecha entre Dios y la humanidad. Precisamente porque esta mediación única de Cristo se desborda tan abundantemente, los cristianos podemos orar los unos por los otros en primer lugar.