Devoción del día: cuidado con los juicios precipitados

Son pecados reales. Se dice que el juicio es imprudente cuando se hace sin fundamento y sin necesidad. Aunque es algo completamente escondido en nuestra mente, Jesús lo prohibió: Nolite iudicare. No juzgues a los demás; y se te agregó una pena: El juicio usado con otros será usado contigo (Mateo VII, 2). Jesús es el Juez de corazones e intenciones. Roba los derechos de Dios, dice San Bernardo, quien juzga temerariamente. ¿Cuántas veces lo hace y no piensa en el pecado que comete?

De ahí que surjan tales juicios. Cuando ves a una persona haciendo un trabajo indiferente o aparentemente incorrecto, ¿por qué no lo disculpas? ¿Por qué piensas inmediatamente mal? ¿Por qué lo condena? ¿No es acaso por malicia, por envidia, por odio, por orgullo, por frivolidad, por un arrebato de pasión? La caridad dice: ¡Lástima incluso los culpables, porque pueden hacerlo peor! ... ¿Entonces, usted está sin caridad?

Daño de juicios imprudentes. Si no le llega ninguna ventaja a quien juzga injustamente, es seguro que incurre en dos perjuicios: Uno para sí mismo al Tribunal Divino, que está escrito: Espere un juicio sin piedad quien no lo utilizó con otros (Jac. Il, 13). La otra es para el vecino, porque rara vez ocurre que el juicio no se manifiesta; y luego, con el murmullo del honor, se roba la fama ajena de forma imprudente ... daño enorme. ¡Qué deuda de conciencia para quienes la provocan!

PRÁCTICA. - Medita si piensas bien o mal sobre los demás. Un Pater para aquellos que han hecho daño con juicios imprudentes.