Devoción del día: luchar contra la tentación

Tentaciones de la carne. Nuestra vida es una tentación. escribió Job. A excepción de María, no hubo ningún santo que, llorando como San Pablo, no exclamara: “Yo infeliz, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”. La carne adula, tienta: de cada pequeña chispa enciende una llama para tentarnos, incitándonos al mal, apartándonos del bien. ¡Quizás tú también llores por tantas tentaciones, temiendo caer! Grandes gritos: Padre, no nos dejes caer en la tentación.

Tentaciones del mundo. Todo es malicia en el mundo, peligro, invitación al mal; el mundo ahora te invita a disfrutar: y tú, engañado por falsas promesas, cedes; ahora te aparta del bien con el miedo al respeto humano, al parloteo ajeno: y tú, tímido, te adaptas a sus deseos; ahora te persigue, te calumnia y te conduce al mal… Es tu deber huir del mundo y de las ocasiones cercanas del pecado, para no caer; pero no es suficiente: debes orar a Dios para que no te dejes caer en la tentación.

Tentaciones del diablo. San Antonio en la Tebaida, San Jerónimo en Belén, San Francisco de Sales. Santa Teresa, ¡qué tentaciones soportaron del enemigo, que siempre es como un león, en busca de presas! ¿Quién tienta a tu alma con tanto ímpetu, día y noche, solo o en compañía? ¿Quién hace que las cosas más simples, las ocasiones más inocentes sean peligrosas para ti? - El diablo que siempre obra tu ruina. Alma débil, ruega a Dios que no te permita consentir en la tentación.

PRÁCTICA. - En toda tentación, mira con confianza a Dios; recita tres Pater para los moribundos