Devoción del día: corrige tu temperamento

El temperamento es a menudo una falta. Cada persona trae de la naturaleza una disposición de espíritu, de corazón o de sangre, llamada temperamento. Es fogoso o apático, irascible o pacífico, lúgubre o juguetón: ¿cuál es el tuyo? Conócete a ti mismo. Pero el temperamento no es una virtud, muchas veces es una carga para nosotros y una fuente de sufrimiento para los demás. ¡Si no se reprime, no puede llevarte a ello! ¿No escuchas los reproches de tu mal genio?

Corrija su temperamento. Es algo muy difícil; pero con buena voluntad, con lucha, con la ayuda de Dios, no es imposible; San Francisco de Sales, S, Agustín, ¿no tuvieron éxito? Llevará mucho tiempo, muchos exámenes y mucha paciencia; pero ¿al menos has comenzado a disciplinarlo? En tantos años, ¿qué avances has logrado en ti mismo? No se trata de aniquilar, sino de orientar tu temperamento hacia la bondad, convertir tu ardor en amor a Dios, tu irascibilidad, en odio al pecado, etc.

Lleva el temperamento de los demás. En contacto con tantos, variados y extraños temperamentos, ¿sabes cómo darte crédito tolerándolos, compadeciéndolos, soportándolos? Es cierto que son piedra de tropiezo para nuestro orgullo y para nuestra escasa virtud; sin embargo, la razón nos dice que aguantemos a los demás porque son hombres y no ángeles; la caridad aconseja hacer la vista gorda para mantener la paz y la unidad; la justicia requiere que hagas a los demás lo que esperas de ti mismo; el propio interés dice: Tolera y serás tolerado. ¡Qué tema para un escrutinio y una vigilancia más serios!

PRÁCTICA. - Recita tres Angele Dei y pide a los demás que te adviertan cuando te equivoques de temperamento.