Devoción del día: el valor de la confesión

Su preciosidad. Piensa en la desgracia que sería la tuya si, habiendo caído en un solo pecado mortal, te perdieras sin remedio ... En medio de tantos peligros, tan débil para resistir, tal desgracia fácilmente podría abrumarte. Los ángeles, espíritus tan nobles, no encontraron escapatoria de su único pecado; y tú, sin embargo, con la Confesión, siempre encuentras abierta la puerta del perdón, incluso después de cien pecados… ¡Qué bueno fue Jesús contigo! Pero, ¿cómo aprecia este Sacramento?

Su facilidad. Dios, por un pecado de Adán, ¡quiso novecientos años más de penitencia! El réprobo pagará, con un infierno eterno, la pena de un solo pecado mortal. ¡Bien podría ser que el Señor te insinúe con una penitencia larguísima, antes de absolverte! ... Pero no; Una contrición sincera, la confesión de tus pecados y un poco de penitencia le bastan, y ya estás perdonado. ¿Y crees que es tan difícil? ¿Y estás aburrido de confesar?

¡Confesiones sacrílegas! ¿No serías tú una de esas almas que, por miedo a ser conocidas o reprochadas, por vergüenza de un pecado antiguo o nuevo, no se atreven a decirlo todo? ¿Y quieres convertir el bálsamo en veneno? Piénselo: no es Dios o el confesor lo que está haciendo mal, sino usted mismo. ¿No serías tú de los que confiesan por costumbre, sin dolor, sin propósito, con apatía? Piénsalo: es un abuso del Sacramento, ¡así que un pecado más!

PRÁCTICA. - Examine su forma de confesar; recita tres Pater a todos los santos.