Devoción del día: el alma amorosa de María

Amor ardiente de María. El suspiro de los santos es amar a Dios, es lamentar su propia incapacidad de amar a Dios. Sólo María, dicen los santos, pudo en la tierra cumplir el precepto de amar a Dios con todo su corazón, con todas sus fuerzas. Dios, siempre Dios, solo Dios, quiso, buscó, amó el Corazón de María, Latió solo por Dios; la jovencita se consagró a él, la adulta se sacrificó por amor a Él. ¡Qué reproche a tu frialdad!

Amor activo de María. No le bastaba con darle a Dios el cariño del Corazón: con virtudes y obras experimentó la sinceridad de su Amor. ¿No fue la vida de María un tejido de las virtudes más elegidas? Admira la humildad ante su inmensa grandeza, la fe en las palabras del Ángel, la confianza en el tiempo de las pruebas, la paciencia, el silencio, el perdón en los insultos, la resignación, la pureza, el fervor. ¡Tenía la centésima parte de tanta virtud!

El alma amorosa, con María. ¡Qué confusión es para nosotros vivir tan lánguidos en el Amor de Dios! Nuestro corazón siente la necesidad de Dios, conoce la vanidad de la tierra ... ¿Por qué no nos dirigimos a Aquel que es el único que puede llenar el vacío del corazón? Pero, cuál es el punto de decir; Dios mío, ¿te amo y no practico la humildad, la paciencia y otras virtudes, que son prueba de nuestro sincero amor a Dios? Hoy, con María, calentémonos de Amor verdadero y perseverante.

PRÁCTICA. - Recitar tres Pater y Ave a los tres Corazones de Jesús, Joseph y Mary; pasa el día en fervor.