Devoción: la gran ofrenda en forma de cruz a Jesús y María

OFERTA EN FORMA DE CRUZ

La oferta de la Sangre Divina es muy preciosa. Esta oferta se hace solemnemente en la Santa Misa; En privado, todos pueden hacerlo con oración.

La oferta de las lágrimas de Nuestra Señora también es aceptada por Dios. Es recomendable hacer esta oferta en forma de cruz.

Padre Eterno, te ofrezco la Sangre de Jesús y las lágrimas de la Virgen:

(a la frente) para los vivos y los muertos;

(en el cofre) para mí y para las almas que quiero salvar.

(hombro izquierdo) para las almas víctimas.

(al hombro derecho) para los moribundos.

(unir las manos) para las almas tentadas y aquellos que están en pecado mortal.

(Devoción enviada por Stefania Udine)

Incluso en el momento de la enfermedad y especialmente en los últimos momentos de nuestra vida, la Sangre de Jesús nos ofrece la salvación. ¡Jesús muriendo en el Getsemaní! nos da una imagen de ese momento supremo en el que nuestra alma se separará del cuerpo. Dolor para el cuerpo y el alma: las últimas tentaciones decisivas.

Incluso para Jesús fue una lucha difícil, tanto que rezó a su Padre para que le quitara esa copa llena de amargura. A pesar de ser Dios, nunca dejó de ser hombre y sufrir como hombre.

Será más difícil para nosotros, porque el miedo al juicio de Dios se agregará al dolor ¿Dónde encontraremos la fuerza que necesitaremos en esos momentos? Lo encontraremos en la Sangre de Jesús, nuestra única defensa en la última prueba.

El sacerdote orará por nosotros y nos ungirá con el aceite de la salvación, para que el poder del diablo no gane nuestra debilidad y los ángeles nos lleven en los brazos del Padre. Para obtener el perdón y la salvación, el sacerdote no apelará a nuestros méritos, sino a los méritos ganados por la Sangre de Jesús.

¡Cuánta alegría, a pesar del dolor, ante el pensamiento de que, gracias a esa Sangre, la puerta del cielo también podrá abrirse para nosotros!

Fioretto Piensa a menudo en la muerte y reza para que se te conceda la gracia de una muerte santa.

EJEMPLO En la vida de S. Francesco Borgia leemos este terrible hecho. El santo estaba ayudando a un hombre moribundo y, postrado en el suelo junto a la cama con un crucifijo, con palabras cálidas, instó al pobre pecador a que no hiciera inútil la muerte de Jesús. De repente, el crucifijo comenzó a derramar sangre viva de las heridas: un milagro quería que Dios invitara al pecador obstinado a pedir perdón por todas sus faltas. Todo fue inútil. Entonces el Crucificado separó una mano de la cruz y, después de haberla llenado con su Sangre, se la acercó al pecador, pero una vez más la obstinación de ese hombre fue mayor que la misericordia del Señor. Ese hombre murió con un corazón endurecido en sus pecados, y también rechazó ese don extremo que Jesús había hecho de su Sangre para salvarlo del infierno.