Devoción práctica: conocer el nombre de Dios

La gloria de Dios. ¿Qué debes desear en esta tierra? ¿Qué debe buscar y por qué debe orar? ¿Quizás estar bien o ser rico y feliz? ¿Quizás tener un alma llena de gracias para satisfacer su amor propio? ¿No son estas tus oraciones?
El Pater te recuerda que Dios, como te creó para su gloria, es decir, para conocerlo, amarlo y servirlo, por eso quiere que le preguntes primero. Todo vale, pero Dios triunfa.

La santificación de Dios Santísimo como es Dios, ninguna criatura podrá jamás agregarle santidad intrínseca; seguro, pero, aparte de sí mismo, puede recibir mayor gloria. Toda la creación, en su lenguaje, canta las alabanzas de Dios y le da gloria. Y tú, en tu orgullo, ¿buscas el honor de Dios o el tuyo propio? ¿El triunfo de Dios o el del amor propio? Sea santificado, es decir, que ya no sea profanado, burlado, blasfemado con palabras o hechos, por mí y por otros; que sea conocido, adorado, amado por todos en todo lugar y en todo momento. ¿Es este tu deseo?

Tu nombre. No se dice: Dios sea santificado, sino su nombre, para que recuerdes que, si hay que glorificar incluso el nombre solo, mucho más la persona, la majestad de Dios. ¿Por qué lo repites tantas veces solo por costumbre? El nombre de Dios es santo. Si comprendieras su grandeza y bondad, con qué cariño dirías: ¡Dios mío! Cuando te refieres a blasfemias contra Dios-Jesús, muestra tu desaprobación diciendo, al menos mentalmente: alabado sea Jesucristo.

PRÁCTICA. - Recitar cinco Pater para blasfemos.