Devoción práctica para hacer hoy 24 de julio

EL ESTADO DE LANGUIDEZ

1. Náuseas de las cosas divinas. Como el cuerpo, así el alma, sufre su languidez en la vida espiritual. El primer signo es una náusea en la oración, en los sacramentos, en la práctica de la virtud. Es una apatía, un aburrimiento, un letargo en el servicio divino. En efecto, como los judíos en el desierto, las cebollas de Egipto, que es el sabor del mundo, la salida de las pasiones, parecen cien veces preferidas al maná de Dios. Estamos hartos de nosotros mismos. En esta imagen, ¿no reconoces el estado de tu alma?

2. Aversión a los remedios. El corazón no descansa en este estado, al contrario, apunta al remedio. Se entiende que hay que luchar, esforzarse, rezar para salir de esta languidez; ¡pero todo parece austero, difícil! ... Las pequeñas dificultades asustan, repugnan; las virtudes más fáciles parecen impracticables - “toma demasiado, no puedo”, - son excusas que denotan el mal interno que amenaza la ruina del alma. ¿Tú lo entiendes?

3. Desconfianza y desesperación. Dios no siempre contesta la primera oración, ni los primeros esfuerzos sirven siempre para sacarnos de la languidez. En lugar de humillarse y volver a la oración y la batalla, el lánguido deduce que es inútil rezar, que la lucha no es beneficiosa. Entonces, la desconfianza genera desesperación y hace que la gente diga que todo se acabó para él. ¡Dios no quiere que se salve! ... Si estás lánguido, no tengas cuidado; la puerta de la misericordia de Dios está siempre abierta. Siempre que regrese inmediatamente a Él, y desde el corazón