Devoción práctica del día: Sea humilde en la oración

La humildad esencial en la oración. ¿Cómo te atreves a suplicarle al rey con un tono orgulloso y exigente? ¿Qué obtendría de ti un pobre hombre andrajoso si pidiera caridad en un tono arrogante? Somos los mendigos de Dios, dice San Agustín. Con tantas miserias que, en todos los sentidos, te retienen en cuerpo y alma, por el tiempo y por la eternidad, ¡es gracia suprema si el Señor te escucha! ¡Y tú de pie, lleno de ti mismo, como si fueras digno de rezar! ¡Qué orgullo!

Jesús no escucha a los orgullosos. Recuerda la parábola del fariseo y el recaudador de impuestos. Esto, claramente pecaminoso, pero humilde; el uno, adornado con virtudes aparentes, pero orgulloso: ¿cuál fue concedido? ¡El que se ensalza será humillado! La oración de los humildes, dice el clérigo, penetra los cielos, y de allí no se sale si no es contestada. Los favores de Dios van a los humildes, escribe San Pedro. ¡Cuántos vuelven de la oración condenados por orgullo!

Jesús oró con humildad. Considere su actitud en el huerto de Getsemaní. Jesús oró con humildad: humilde en persona, arrodillado o boca abajo con el rostro en el suelo; humilde de palabras, diciendo: Padre, si es posible, pase de mí la copa, pero hágase tu voluntad, no la mía; humilde en su insistencia, no presentó ni uno solo de sus méritos, y tuvo muchos; humilde al no ser escuchado, no pronunció un solo lamento. Si reza con humildad, será escuchado. ¿Dudas de la promesa de Jesús?

PRÁCTICA. - Sea siempre humilde de mente, y en una posición incómoda en el momento de alguna oración.