Devoción práctica del día: ser hombres de buena voluntad

Lo necesito. Dios y el hombre, dice san Agustín, debían concurrir en santificar el alma; Dios con su ayuda, sin quien nada es posible, escribe el Apóstol. Pero si el hombre con su correspondencia no aporta suelo casi dócil al trabajo del agricultor, nunca producirá los frutos del Paraíso. Si no quieres salvarte a ti mismo, ¿se verá obligado el Señor a hacer milagros para arrastrarte a pesar de ti? ¿Ha estado dispuesto a salvarse hasta ahora? Si lo desea, puede convertirse en santo y sin demora.

Su efectividad. En todas las cosas, la buena voluntad es la mitad de la batalla. Los Saints querían triunfar. Uno quería volverse, como Sales, manso; el otro quiso ser humilde, como el hombre de Asís; uno quería ser obediente, el otro quería ser mortificado; se quería saber orar sin distracciones; todos querían el cielo, y todos lo lograron. Y nosotros, si queremos firmemente, ¿por qué no podemos? ”Voluists, fecisti: ¿Te gustaría? Lo has obtenido ”(San Agustín).

Acompáñanos siempre. En cualquier agitación y tentación, en empresas más allá de las propias fuerzas, incluso en las mismas caídas, en la incapacidad de vencer una pasión, un defecto, después de la ayuda de Dios, la buena voluntad lo resuelve todo. ¿No es el pensamiento de haber hecho lo que dependía de la buena voluntad un dulce descanso para que el alma sin aliento llegue al cielo?

PRÁCTICA. - No te desanimes nunca: con una voluntad enérgica no solo te salvarás, sino que te convertirás en santo. - Recitar un acto de esperanza.