Devoción práctica del día: confianza en la oración

Los verdaderamente humildes tienen confianza. La humildad no es humildad, desconfianza, desesperación; al contrario, es un juego de amor propio insatisfecho y orgullo genuino. El humilde, reconociéndose como nada, se vuelve pobre a su Señor rico y lo espera todo. San Pablo se confunde al recordar los pecados antiguos, teme, se humilla y, sin embargo, exclama con confianza: Todo lo puedo en Aquel que me consuela. Si Dios es tan bueno y misericordioso, es un padre tan tierno, ¿por qué no confiar en él?

Jesús quiere la confianza que nos concede. Todo tipo de necesitados acudieron a él, pero recompensó a todos por su confianza y los pidió para consolarlos. Así con el ciego de Jericó, con el centurión, con la samaritana, con la cananea, con la hidropesía, con María, con Jairo. Antes de realizar el milagro dijo: Tu fe es grande; No encontré mucha fe en Israel; Ve y haz lo que piensas. Quien duda, no recibirá nada de Dios, dice Santiago. ¿No podría ser ésta una razón por la que a veces no se le concede?

Prodigios de confianza. Todo es posible para quienes tienen fe y confianza, dijo Jesús; todo lo que pidas a través de la oración, ten fe y lo obtendrás. Con confianza, San Pedro caminó sobre el agua, la gente se levantó de entre los muertos por orden de San Pablo. ¿Hubo acaso una gracia de conversión, de victoria sobre las pasiones, de santificación que no obtuvo una oración confiada? Espero todo y lo conseguirás todo.

PRÁCTICA. - Pide la gracia más necesaria para ti: insiste en pedirla con la más ilimitada confianza.