Devoción práctica del día: el consuelo que proviene de la oración

Consuelo en las tribulaciones. Bajo los golpes de la desgracia, en la amargura de las lágrimas, los mundanos maldiciones y blasfemias, el justo reza: ¿quién se consuela más? El primero se desespera y aumenta el peso que ya lo oprime; el fiel se dirige a Jesús, a María, a la patrona, reza y llora, y al rezar siente una fuerza, una voz que parece decirle: estoy contigo en la tribulación, te salvaré ... La resignación cristiana es un bálsamo reconstituyente. ¿Quién me lo consigue? Oración. ¿Nunca lo has probado?

Consuelo en las tentaciones. Aunque frágiles como cañas, en la furiosa tentación, por miedo a caer, ¿nunca hemos sentido un coraje indecible en invocar a Jesús, a José ya María, al besar la medalla, al sostener el Crucifijo? Al rezar te conviertes en una fortaleza inexpugnable para el enemigo, dice Crisóstomo; contra el diablo empuña el arma de la oración, añade San Hilario; y Jesús; Ore y tenga cuidado de no caer en la tentación. Recuérdalo.

Confort en cada necesidad. En las muchas privaciones, bajo el peso de una o más cruces, ¿quién abre su corazón a la esperanza de que cesen o se vuelvan buenos? ¿No es oración? Con miedo a perdernos por la eternidad, la oración nos calma, nos hace sentir: estarás conmigo en el cielo. Por temor al Juicio, la oración nos sugiere: ¡Oh, hombres de poca fe, por qué dudas! En cualquier necesidad, ¿por qué no te vuelves a Dios primero? ¿No es la oración el remedio universal?

PRÁCTICA. - Repetir hoy: Deus, in adiutorium meum pretende.