Devoción práctica del día: el pecado de murmurar y cómo expiar

Su facilidad. El que no peca con la lengua es perfecto, dice Santiago (I, 5). Cada vez que hablaba con los hombres, siempre volvía como un hombre menor, es decir, menos santo, dice la Imitación de Cristo: ¿quién puede contener la lengua? Se murmura por odio, por venganza, por celos, por orgullo, por ser admirado, por no saber qué decir, por un deseo incomprendido de corregir a los demás ... casi nadie sabe hablar sin murmurar. Estudie su camino en este punto ...

Su malicia. Un triple mal encierra el murmullo, casi una espada de tres filos: el primero es el pecado contra la caridad contra el murmullo mismo, mortal o venial, según la gravedad del murmullo; el segundo es un escándalo para la persona con quien murmuramos, también atraído por nuestras palabras a decir mal; el tercero es el robo del honor y la fama de la persona de la que se rumorea; malicia que clama a Dios venganza ¿Quién piensa en un mal tan grave?

Reparación de asesino. Si todos aprecian su fama mucho más que la riqueza, quien roba el honor y la fama está mucho más obligado a restituir que el ladrón común. Piense en el murmullo; ni la Iglesia ni los Sacramentos os dispensan, sólo la imposibilidad os exime. Se repara retrayéndose, divulgando las virtudes de la persona de la que se rumorea, rezando por ella. ¿No tienes nada para enmendar tus murmuraciones?

PRÁCTICA. - Nunca murmures; no complazca a los murmuradores.