Devoción práctica del día: el valor del tiempo, de una hora

Cuántas horas se pierden. ¿Se utilizan bien las veinticuatro horas del día y las casi nueve mil horas de cada año para el té? Esas horas que no se gastan a la vista y en beneficio de una feliz Eternidad son horas perdidas. ¡Cuántos pierdes en un sueño demasiado largo! ¡Cuántos en pasatiempos inmoderados! ¡Cuántos charlatanes inútiles! ¡Cuántos en un feo y vicioso sin hacer nada! ¡Cuántos en pecados! ¡Cuántas bromas y tonterías! ... ¿Pero no crees que es tiempo perdido del que te darás cuenta?

En una hora puedes condenarte a ti mismo. Hay muchos que caminaron santos durante muchos años; una hora de tentación fue suficiente, ¡y se perdieron! En solo una hora, no se juega un reino, sino una eternidad. ¡Un instante de consentimiento es suficiente y se pierden todas las virtudes, los méritos, las penitencias de largos años! Paul temblaba de miedo a convertirse en un réprobo algún día. ¡Y tú, presuntuosa, no te importa, desafías los peligros y desperdicias las horas como si no fueran nada!

El bien de una hora. Jesús logró la salvación del mundo en una hora, la última de su vida. En la última hora de su vida, el buen Ladrón se salvó: en una hora se completaron las conversiones de la Magdalena, de San Ignacio, la santificación de Javier y de Santa Teresa dependió durante una hora. En una hora, ¡cuánto bien, cuántas virtudes, cuántas indulgencias, cuántos grados de gloria se pueden ganar! Si tuvieras más fe, serías tacaño con tus horas y solo pródigo para el cielo. Sea al menos en el futuro ...

PRÁCTICA. - No pierdas el tiempo: ofrécete cada hora a la Santísima Trinidad.