Devoción práctica del día: tomemos a San Agustín como ejemplo

La juventud de Agustín. La ciencia y el ingenio no valían nada sin humildad: orgulloso de sí mismo y de sus laureles, cometió tales errores con los maniqueos que, más tarde, se asombró. En efecto, como se preparan las caídas más humillantes para los orgullosos, ¡así Agustín se sumergió en la impureza! Su corazón latía en vano y su madre lo regañaba; se veía a sí mismo en el camino equivocado, pero siempre decía mañana ... ¿No es ese tu caso?

La conversión de Agustín. Paciente, Dios, esperó treinta años. ¡Cuánta bondad y qué gran fuente de confianza para nosotros! Pero Agustín, habiendo conocido su error, se humilla y llora. Su conversión es tan sincera que no tiene miedo de hacer públicas sus confesiones como enmienda a su orgullo; es tan constante que, hasta el escrúpulo, el pecado huye en el resto de la vida ... En cuanto a ti, después de tantos pecados, ¿cuál es tu arrepentimiento?

El amor de Agustín. Sólo en el amor más ardiente encontró una salida para el arrepentimiento del corazón y un medio para compensar a Dios por los años perdidos. Se quejó de un corazón demasiado pequeño para amar más; solo en Dios encontró la paz; por amor a él practicaba el ayuno, convertía almas, inflamaba de amor a sus hermanos; y cada día que comenzaba a hacer más, se convertía en un serafín de amor. ¡Qué poco hago por el amor de Dios! ¡Cómo debe humillarnos el ejemplo de los santos!

PRÁCTICA. - Todo lo hace con gran amor para imitar al Santo; recita tres Pater a San Agustín.