Devoción práctica del día: superar las pasiones

Es nuestro cuerpo. Tenemos muchos enemigos en detrimento de nuestra alma; el diablo que es todo ingenio contra nosotros, intenta, con todo engaño, robarnos nuestra gracia, perdernos. ¡Cuántos siguen sus pérfidas sugerencias! - Contra nosotros el mundo despliega sus hechizos de vanidad, de placeres, de alegrías y, con su encanto, ¡cuántos enlaza con el mal! Pero nuestro peor enemigo es el cuerpo, un tentador constante que siempre tiene la ventaja sobre nuestro espíritu. ¿No lo notas?

La carne opuesta al espíritu. El corazón, el espíritu nos invitan al bien, a Dios; ¿Quién nos impide esperarte? Es la pereza de la carne; por carne aquí entendemos las pasiones y los bajos instintos. Al corazón le gustaría rezar, mortificarse; quien lo distrae? ¿No es la pereza de la carne lo que dice todo molesto y difícil? El corazón nos urge a convertirnos, a santificarnos; quien nos rechaza? ¿No es la carne la que lucha contra el espíritu por nuestra ruina? ¿Dónde se alimenta la impureza? ¿No es en la carne?

Guerra contra las pasiones. ¿Quién podría alimentarse en su propia casa y con delicadeza? ¿serpiente venenosa? Lo haces acariciando, nutriendo, apoyando, con toda preocupación, no solo las necesidades, sino también las indiscretas necesidades de tu cuerpo. Lo alimentas; y te paga por la intemperancia; lo pones sobre suaves plumas, y te recompensa la pereza; le ahorras cada pequeño mal y él rechaza el menos bueno. Muerte valientemente.

PRÁCTICA. - Evite la suavidad, que también es perjudicial para la fuerza física; frena las pasiones.