Divina Misericordia: reflejo del 30 de marzo de 2020

Estamos hechos el uno para el otro. Cuando hay falta de unidad, los efectos se sienten en las familias, las comunidades y entre las naciones. ¿Qué nos une más que cualquier otra cosa? Primero que nada, estamos unidos a otras almas a través de nuestro Bautismo (Ver Diario n. 391).

Piense en el hecho fundamental de que comparte un vínculo inquebrantable con cada persona que se bautiza en Cristo Jesús. Independientemente de si otro abraza su llamado bautismal o no, la unidad aún permanece. Piensa en esa unidad y aférrate a ella. Permítete ver a cada bautizado como un verdadero hermano o hermana en Cristo. Esto cambiará la forma en que piensas sobre ellos y actúas hacia ellos.

Señor, te agradezco por la maravillosa familia que creaste a través del Sacramento del Bautismo. Te agradezco por estar feliz de compartir esta familia. Ayúdame a amar a todos tus hijos por el simple hecho de que ellos son mis hermanos y hermanas en ti. Jesús, creo en ti.