Dos milagros del padre Pio

Lo que se llamó uno de los primeros milagros del Padre Pío data de 1908. Al estar en el convento de Montefusco, Fra Pio pensó en ir a recoger una bolsa de castañas para enviarla a tía Daria, a Pietrelcina, que siempre le había mostrado un gran afecto. La mujer recibió las castañas, se las comió y se quedó con la bolsa de recuerdos. Algún tiempo después, una tarde, alumbrando con una lámpara de aceite, tía Daria fue a hurgar en un cajón donde su esposo guardaba la pólvora. Una chispa encendió el fuego y el cajón explotó y golpeó a la mujer en la cara. Gritando de dolor, tía Daria tomó de la cómoda la bolsa que contenía las castañas de Fra Pio y se la colocó en la cara en un intento de aliviar las quemaduras. Inmediatamente el dolor desapareció y no quedó rastro de las quemaduras en la cara de la mujer.

Durante la guerra se racionó el pan. En el convento de Santa Maria delle Grazie había cada vez más invitados y los pobres que acudían a pedir caridad eran cada vez más numerosos. Un día, cuando los religiosos fueron al refectorio, había medio kilo de pan en la canasta. La comunidad rezó al Señor y se sentó en la cantina para comer la sopa. El padre Pío se había detenido en la iglesia. Poco después llegó con varias hebras de pan fresco. El superior dijo "¿de dónde los sacaste?" - "Un peregrino me los dio en la puerta", respondió ella. Nadie habló, pero todos entendieron que solo él podía conocer a ciertos peregrinos.