El milagro de la curación de la pequeña Anna Terradez. Dios vence el mal.

Este testimonio nos da esperanza, donde solo había desánimo y desesperación, la vida ha florecido gracias a la fe en nuestro Señor. Un verdadero milagro.

El milagro de la pequeña Anna
La pequeña Anna Terradez hoy.

Cuando nació la pequeña Anna, la alegría de tenerla en la familia pronto fue reemplazada por el dolor de la enfermedad que fue diagnosticada de inmediato. Tenía un nombre complejo Heteropatía eosinofílica. Era una enfermedad autoinmune, por lo que la pequeña no podía asimilar ninguna proteína.

La comida era veneno para ella, alérgica a prácticamente todo, se alimentaba a través de una sonda que le introducían quirúrgicamente en el estómago, con una fórmula sintética.

A la tierna edad de tres años, Anna era tan grande como un bebé de nueve meses, solo un milagro podría salvarla.

Los médicos, habiendo hecho todo lo posible, se dieron por vencidos y cuando Anna cumplió tres años la enviaron a casa. Solo tenían que esperar a que llegara la muerte.

Los padres de Anna eran cristianos fervientes, pero tenían muchas ideas preconcebidas acerca de las curaciones milagrosas. En la desesperación en la que se encontraban, buscaban alguna manera de calmar ese dolor insoportable. Tenían hambre de la palabra de DIOS.

La ocasión quiso que la abuela, una tarde, sacara de un mueble una vieja caja polvorienta de un predicador, un tal Andrew Wammork.

Al escuchar la predicación, los padres de Anna se fortalecieron espiritualmente. Extrajeron coraje de esas palabras de fe. Extrañamente, al día siguiente supieron que el predicador estaba justo en su pueblo y lo vieron como una señal.

La pobre Anna luchaba entre la vida y la muerte en una cama de hospital, le habían dado tal vez tres días de vida, sus padres aún pedían consentimiento para llevarla a donde estaba el predicador.

Anna y el milagro de la curación.
Ana Terrañez

Fue entonces cuando la madre de Anna, después de haber orado incesantemente, le pidió a un Dios para darle una señal, si en su bondad infinita, se decidiera a obrar un milagro. Tuvo tres visiones maravillosas, en una, la pequeña Anna montaba felizmente un triciclo rojo, en otra iba a la escuela con una bonita mochila verde a los hombros. En el último, vio la mano de Anna en la mano de su padre mientras la acompañaba por el pasillo.

Lágrimas de alegría corrían por los rostros de los padres de Anna cuando sus oraciones y las del predicador fueron respondidas.

Después de llevar a Anna al predicador, siguieron oraciones especiales y, hasta la fecha, dos de esas hermosas visiones se han hecho realidad. La dulcísima Anna poco a poco empezó a mejorar, volvió a casa sobre sus propias piernas para deleite de todos. Nada es imposible de DIOS, el mal se puede vencer con mucha fe.