Episodios de videncia del Padre Pío: el hombre que quería dejar de fumar (parte 3)

Seguimos contándote los testimonios de clarividencia por el Padre Pío.

Dios y el Padre Pío

El hombre que quería dejar de fumar

Un día un hombre decidió que era hora de Dejar de fumar y ofrecer este pequeño sacrificio a Padre Pio. Entonces todos los días, comenzando desde el primero, en la tarde, al final del día, se detuvo frente al Padre Pío con el paquete de cigarrillos en la mano, diciéndole que el primer día se fue, el segundo día hizo el lo mismo, repitiendo la misma frase, etc. Después 3 meses decide ir al Padre Pío. Cuando llegó le dijo satisfecho que estaban 81 días que no tocó un cigarrillo. El Padre Pío lo miró y le respondió que lo sabía, ya que todas las noches le hacía contar los paquetes.

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el conductor del vehiculo

un dia un conductor de autocar, que lleva turistas en un viaje al Gargano, se detiene en la sacristía del Padre Pío. El conductor estaba entre un grupo de personas que ya se habían confesado. El Padre Pío mira al hombre, lo señala y le pregunta por qué no había pedido la bendición. El hombre respondió que ya lo había hecho hace poco Monte Sant'Angelo. Cuando el Padre Pío le pregunta después de esa confesión qué había hecho. El hombre recorre el recuerdo de los hechos pero olvida la compra del crocante.

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Padre Pío en ese momento le dice que después de la confesión, había maldito por el número de croquetas compradas que no correspondían al número solicitado. Además, al recorrer el camino para llegar a San Giovanni Rotondo, tuvo yo criticé contra un carretero que no se mantuvo a la derecha. En ese momento el hombre, mortificado, comenzó a recitar el acto del dolor.

La historia de los higos

Un día una señora comió demasiados higos y se sintió culpable por haber cometido un delito pecado de gula. Así que decidió ir a San Giovanni Rotondo y confesarse con el Padre Pío. Durante la confesión, sin embargo, la mujer olvidó el episodio y le dijo al fraile que quería confesar otra cosa, pero ya no recordaba qué. El Padre Pío sonriendo le dijo "¡vamos, por dos higos!"