Evangelio de hoy 19 de marzo de 2020 con comentario

Del Evangelio de Jesucristo según Mateo 1,16.18-21.24a.
Jacob engendró a José, el esposo de María, de quien nació Jesús llamado Cristo.
Así es como se produjo el nacimiento de Jesucristo: su madre, María, a quien se le prometió la novia de José, antes de irse a vivir juntos, se quedó embarazada por la obra del Espíritu Santo.
Joseph, su esposo, que era justo y no quería repudiarla, decidió despedirla en secreto.
Pero mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor se le apareció en un sueño y le dijo: «José, hijo de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu novia, porque lo que se genera en ella proviene del Espíritu. Santo.
Ella dará a luz a un hijo y lo llamarás Jesús: de hecho, él salvará a su pueblo de sus pecados ».
Despertado del sueño, José hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado.

San Bernardino de Siena (1380-1444)
Sacerdote franciscano

Discurso 2 sobre San José; Trabajo 7, 16. 27-30 (traducido del breviario)
San José, fiel guardián de los misterios de la salvación.
Cuando la condescendencia divina elige a alguien por una gracia singular o por un estado sublime, le otorga a la persona elegida todos los carismas necesarios para su cargo. Por supuesto, también traen honor al elegido. Esto es lo que se ha hecho realidad sobre todo en el gran San José, supuesto padre del Señor Jesucristo y verdadero esposo de la reina del mundo y la dama de los ángeles. Fue elegido por el Padre eterno como fiel guardián y protector de sus principales tesoros, su Hijo y su novia, y cumplió esta tarea con la mayor asiduidad. Por eso el Señor le dice: Siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor (Mt 25, 21).

Si coloca a San José ante toda la Iglesia de Cristo, él es el hombre elegido y singular, a través del cual y bajo el cual Cristo fue introducido en el mundo de manera natural y honorable. Por lo tanto, si toda la Santa Iglesia está en deuda con la Virgen Madre, porque se la consideraba digna de recibir a Cristo a través de ella, entonces, en verdad, después de ella le debe un especial agradecimiento y reverencia a José.

De hecho, marca la conclusión del Antiguo Testamento y en él los grandes patriarcas y profetas logran el fruto prometido. De hecho, solo él pudo disfrutar de la presencia física de aquel a quien la divina condescendencia les había prometido. Ciertamente, Cristo no le negó esa familiaridad, esa reverencia y esa muy alta dignidad en el cielo que le mostró mientras vivía entre los nombres, como un hijo para su padre, sino que lo llevó al máximo de la perfección. Por lo tanto, no sin razón el Señor agrega: "Entra en el gozo de tu Señor".

Así que acuérdate de nosotros, oh bendito José, e intercede con tu Hijo putativo con tu poderosa oración; pero haznos también la Virgen más bendita tu novia, que es la Madre del que vive y reina a lo largo de los siglos con el Padre y el Espíritu Santo.