Evangelio de hoy 20 de marzo de 2020 con comentario

Del Evangelio de Jesucristo según Marcos 12,28b-34.
En ese momento, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: "¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?"
Jesús respondió: «El primero es: Escucha, Israel. El Señor nuestro Dios es el único Señor;
por lo tanto amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
Y la segunda es esta: amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más importante que estos ".
Entonces el escriba le dijo: «Has dicho bien, Maestro, y según la verdad, Él es único y no hay otro que él;
ámalo con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas y ama a tu prójimo como a ti mismo vale más que todas las ofrendas quemadas y sacrificios ».
Al ver que había respondido sabiamente, le dijo: "No estás lejos del reino de Dios". Y ya nadie tuvo el coraje de interrogarlo.

Beata Columba Marmion (1858-1923)
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Las "herramientas de buenas obras"
Jesús dijo: "Amarás"
Después de todo, el amor es lo que mide el valor de todas nuestras acciones, incluso las más comunes. San Benito también indica el amor de Dios como el primer "instrumento": "Primero ama al Señor con toda tu alma, con todo tu espíritu, con todo tu corazón". Cómo decirnos: “Pon el amor en tu corazón antes que nada; el amor sea tu regla y guía en todas las acciones; es el amor el que debe poner todos los demás instrumentos de buenas obras en tus manos; es él quien le dará un gran valor a los detalles más insignificantes de sus días. Las cosas pequeñas, dice San Agustín, son pequeñas en sí mismas, pero se hacen grandes con el amor fiel que las hace cumplir (De doctrina christiana, 1. IV, c. 18 ". (...)

El ideal para apuntar es (...) la perfección del amor, no el escrúpulo ni la preocupación de no cometer errores, ni el deseo de poder decir: "Quiero que nunca me encuentres equivocado": hay es orgullo Es del corazón que fluye la vida interior; y si lo tiene, intentará llenar todas las recetas con amor, con la mayor pureza de intención y el mayor cuidado posible. (...)

El verdadero valor de una cosa radica en el grado de unión con Cristo que le damos con fe y caridad. Todo debe hacerse, pero por amor al Padre del Cielo y en unión con nuestro Señor por fe. No lo olvidemos nunca: la fuente misma del valor de nuestras obras está en unión con Cristo Jesús a través de la gracia, en el amor con el que hacemos nuestras acciones. Y para esto, es necesario, como dice San Benito, dirigir la intención hacia Dios antes de emprender todo, con gran fe y amor.