Fiesta de San Esteban, primer mártir de la Iglesia, meditación sobre el Evangelio

Lo echaron de la ciudad y comenzaron a apedrearlo. Los testigos pusieron mantos a los pies de un joven llamado Saulo. Mientras apedreaban a Esteban, clamó: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Hechos 7: 58–59

¡Qué contraste tan impactante! Ayer nuestra Iglesia celebró el alegre nacimiento del Salvador del mundo. Hoy honramos al primer mártir cristiano, San Esteban. Ayer, el mundo estaba fijado en un niño humilde y precioso que yacía en un pesebre. Hoy somos testigos de la sangre derramada por san Esteban por profesar su fe en este niño.

En cierto modo, esta festividad agrega drama inmediato a nuestra celebración navideña. Es un drama que nunca debería haber sucedido, pero es un drama que ha sido permitido por Dios cuando San Esteban dio el mayor testimonio de fe a este Rey recién nacido.

Quizás haya muchas razones para incluir la fiesta del primer mártir cristiano en el calendario de la Iglesia en el segundo día de la Octava de Navidad. Una de estas razones es recordarnos inmediatamente las consecuencias de entregar nuestra vida a Aquel que nació niño en Belén. ¿Las consecuencias? Debemos darle todo, sin retener nada, aunque signifique persecución y muerte.

Al principio, esto puede parecer que nos priva de nuestra alegría navideña. Puede parecer un lastre en esta temporada navideña. Pero con los ojos de la fe, esta fiesta sólo se suma a la gloriosa solemnidad de esta celebración de la Navidad.

Nos recuerda que el nacimiento de Cristo requiere todo de nosotros. Debemos estar listos y dispuestos a entregarle nuestra vida por completo y sin reservas. El nacimiento del Salvador del mundo significa que debemos priorizar nuestras vidas y comprometernos a elegirlo por encima de todo, incluso por encima de nuestras propias vidas. Significa que debemos estar listos y dispuestos a sacrificar todo por Jesús, viviendo desinteresada y fielmente a Su santísima voluntad.

“Jesús es la razón de la temporada”, escuchamos a menudo. Esto es verdad. Es la razón de la vida y la razón de dar nuestra vida sin reservas.

Reflexione hoy sobre la petición que se le ha impuesto desde el nacimiento del Salvador del mundo. Desde una perspectiva terrenal, esta "solicitud" puede parecer abrumadora. Pero desde el punto de vista de la fe, reconocemos que su nacimiento no es más que una oportunidad para que entremos en una nueva vida. Estamos llamados a entrar en una nueva vida de gracia y entrega total. Déjate abrazar por esta celebración de la Navidad observando las formas en las que estás llamado a entregarte más completamente. No tenga miedo de dar todo a Dios y a los demás. Es un sacrificio que vale la pena dar y que este precioso Niño hizo posible.

Señor, mientras continuamos la gloriosa celebración de tu nacimiento, ayúdame a comprender el efecto que tu venida entre nosotros debe tener en mi vida. Ayúdame a percibir claramente Tu invitación a dedicarme por completo a Tu gloriosa voluntad. Que tu nacimiento me infunda la voluntad de renacer en una vida de entrega altruista y sacrificada. Que pueda aprender a imitar el amor que te tenía San Esteban y vivir ese amor radical en mi vida. Boxing Day, reza por mí. Jesús, creo en ti.