'¡Jesús, llévame al cielo!', Niña de 8 años en olor de santidad, su historia

Con decreto de 25 de noviembre, Francisco reconoció las virtudes de Odette Vidal Cardoso, una niña brasileña que dejó esta tierra a los 8 años susurrando '¡Jesús, llévame al cielo!'.

Odette Vidal Cardoso, la niña de 8 años que está cerca de Dios incluso en su enfermedad

Han pasado unos días desde Francisco decidió reconocer el corazón vuelto hacia Dios de la pequeña Odette Vidal Cardoso, una niña de 8 años nacida en Rio de Janeiro 18 de febrero de 1931 por padres emigrantes portugueses.  

Odette vivió el Evangelio todos los días, asistió a misas y rezó el rosario todas las noches. Enseñó a las hijas de los sirvientes y se dedicó a las obras de caridad. Una extraordinaria madurez espiritual que le permitió ser admitida a la Primera Comunión en 1937, a los 6 años. 

La pureza de una niña que pidió a Dios en cada una de sus oraciones 'Entra ahora en mi corazón', como un canto animado por la ardiente pasión por el cuerpo de Cristo. 

A los 8 años, precisamente el 1 de octubre de 1939, enfermó de tifus. Cualquiera podría leer esta frase con los ojos de la desesperación pero no son los mismos ojos que los que han estado cerca de Odette han encontrado en su mirada. 

Si la fe se fortalece, fue precisamente en el momento del sufrimiento que la niña mostró todo su agradecimiento a Dios, serenidad y paciencia en la tormenta. 

Fueron 49 largos días de enfermedad y su única petición era recibir la comunión todos los días. En los últimos días de su vida recibió los sacramentos de la Confirmación y la Unción de los Enfermos. Murió el 25 de noviembre de 1939 exclamando: "Jesús, llévame al cielo".

'No temas, porque yo estoy contigo; no te pierdas, porque yo soy tu Dios; Te fortalezco, te ayudo, te apoyo con la diestra de mi justicia ', Isaías 41:10. 

Dios está con nosotros en todas las circunstancias de la vida, en la alegría y en la enfermedad. Odette Vidal Cardoso tenía el amor de Dios en su corazón, la certeza de que Él estaba con ella en cada momento de su vida. Su propósito era verlo y estar en sus brazos para siempre sin tener miedo de cerrar los ojos en el mundo terrenal.