Junio, devoción al Sagrado Corazón: meditación día dos

2 de junio - FUENTE DE SALVACIÓN
- En cada página del Evangelio, el Corazón de Jesús habla de la fe. Por fe, Jesús sana las almas, sana los cuerpos y resucita a los muertos. Cada uno de sus milagros es fruto de la fe; cada una de sus palabras es una incitación a la fe. No solo eso, sino que Él quiere que la fe sea una condición necesaria para salvarte: - Quien crea y sea bautizado será salvo, pero quien no crea será condenado (Mc 16,16).

La fe es necesaria para ti, como el pan que comes, como el aire que respiras. Con fe eres todo; sin fe no eres nada. ¿Tienes esa fe viva y firme que no cede ante todas las críticas del mundo, esa fe firme y profunda que en ocasiones también podría enfrentar el martirio?

¿O es tu fe lánguida como una llama a punto de apagarse? Cuando su fe es ridiculizada en hogares, campos, talleres, tiendas, lugares públicos, ¿siente el coraje de defenderla sin enrojecimiento, sin respeto humano? ¿O negocia con su conciencia? Cuando las pasiones te asaltan ferozmente, ¿recuerdas que con un acto de fe te vuelves invencible porque Dios lucha por ti y contigo?

- Cuando escuchas lecturas o discursos indignos de un alma creyente, ¿sientes el deber de condenarlos a ambos? ¿O guardas silencio y dejas que se diga con una complacencia secreta? Recuerde que la fe es una gema preciosa y que las piedras preciosas no se tiran a la basura. La fe es como una lámpara, si hace viento, si llueve, si no hay aire, la llama se apaga. Son orgullo, deshonestidad, respeto humano, los peligros cercanos que te hacen perder la fe. Huye, como huirías de una serpiente.

- Pero la lámpara no está encendida si no hay aceite. ¿Cómo pretenderás mantener la fe sin buenas obras? Sin buenas obras, la fe está muerta. Sé generoso en el ejercicio de la caridad. En la hora del peligro, clama con los Apóstoles: - Sálvanos, Señor; perecemos! A cada hora, repite la piadosa eyaculación: Señor, aumenta mi fe.