Junio, devoción al Sagrado Corazón: meditación de hoy 3 de junio

3 de junio - LA CORONA DE ESPINAS
- Si observas el Corazón Divino, sientes una sensación de dolor. Está atravesado por la mitad, rodeado de espinas, chorreando sangre. Es el símbolo de la vida de Jesús, que nace en medio del sufrimiento, abraza el dolor, sostiene una cruz, la lleva al Calvario y muere crucificado.

Jesús valora el dolor y forma una escuela para él. La pone debajo de la figura de la cruz y luego nos dice: - El que quiera venir en pos de mí, toma su cruz (Mt 16,24). Es una palabra un poco triste, un poco amarga, repulsiva para la naturaleza humana, pero así es. El dolor cristiano se da para purificar, para santificar las almas.

Mira a los santos; solo tenían un suspiro ... el suspiro de la cruz, la sed de sufrimientos.

Frente a dos coronas, una de lirios y otra de espinas, que le regaló su ángel de la guarda, santa Gema Galgani no duda en elegir: - Quiero la de Jesús, aquí está la alegría de los santos. ¡La locura de la cruz! Aquí está la pregunta y el don de Jesús a todas aquellas almas que quieran seguirlo, amarlo, repararlo. - Mira si tienes una cruz. Sin cruz en la tierra, sin corona en el cielo. ¿Y cómo llevas tu cruz? ¿Lo traes junto con Jesús, con calma, con resignación, con alegría? O lo arrastra gruñendo, masticando amargo. ¿Te acostumbras a ver a Jesús en los sufrimientos? ¿Estás buscando a Jesús en los problemas, en los dolores de cada día, de cada hora?

¡No digas que tu cruz es demasiado pesada, mayor que tu fuerza! Todo mal tiene sus dolores; Cada cruz tiene sus tormentos. ¿Crees que Dios no conoce tu fuerza?

La cruz que te da es precisamente la que más te conviene. Trate de tener devoción a su cruz; ámenla como los santos la amaron, como Jesús la amó, sólo piensen que esa Cruz que un día fue maldita en el Calvario, hoy está indignada y adorada en todos los altares.

- Nunca te quejes de tu cruz, ni en casa ni fuera. Habla, sufre con Él. Sólo al pie del Crucifijo o del Tabernáculo te desahogas. Será el llanto de la fe, el lavamiento del arrepentimiento. Recuerda que más se adquiere en un solo día de sufrimientos que nos llegan de Dios del prójimo, que en diez años de sufrimientos elegidos por nosotros. Sube al Calvario con Jesús y en la hora de la agonía, cuando pongas en sus manos esa cruz que fue tu dulce compañera en la vida, escucharás de él esa palabra consoladora: - ¡Alégrate, buen siervo y fiel! Fuiste fiel en lo pequeño, pero quiero exaltarte en lo mucho. ¡Entra en el gozo de tu Señor!