Cuando miro las iglesias vacías pienso "Jesús, pero quién es el que te conoce" (por Viviana Maria Rispoli)

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Los supermercados siempre están abarrotados, las personas que se distraen para mirar por las ventanas o comprar en las tiendas, miles de personas para ver un partido de fútbol o seguir un concierto, miles de personas a los médicos, miles más a los psicólogos y las iglesias desiertas. Casi siempre perennemente abandonado. Para no aburrirse, la gente los prueba a todos con diversión y no sabe cuán aburrido es nuestro Señor, qué aburrida es la vida que vivió en Él. Para el sufrimiento de todo tipo, los hombres se vuelven primero a los hombres y no saben cuán poderoso es para sanar y consolar a nuestro Señor. Entiendo por qué las iglesias están desiertas, por qué en ese humilde y simple anfitrión Jesús no es conocido por nadie. Nadie tiene el deseo de conocerlo verdadera y personalmente. Puedes conocer a Dios porque Dios se da a conocer a quienes lo aman. Simplemente abre un evangelio para comenzar una aventura que no tiene fin, así que comienzas a conocer a Dios y a amarlo. Es imposible escuchar la voz de Dios que le habla a su corazón y permanecer igual, es imposible saber lo que ha dicho y lo que ha hecho palabra por palabra y no adorarlo. . Es imposible conocerlo y no tratar inmediatamente de hacer algo bueno para corresponderlo. A veces miro al anfitrión expuesto en la custodia y me burlo de Jesús y digo "es inútil que casi finjas no estar allí, sé que eres el Amor que hace girar el mundo y que todo está en tus manos".

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