Los dos peores pecados que cometes todos los días por el Papa Francisco

Los peores pecados para el papa Francisco: los celos y la envidia son dos pecados capaces de matar, según el papa Francisco. Esto es lo que argumentó en una de sus últimas homilías en Santa Marta, especificando que ni la Iglesia ni la comunidad cristiana están exentas de estos pecados. Estos dos pecados con demasiada frecuencia se subestiman erróneamente, porque uno tiende a no considerar qué tan malo puede hacer con la palabra dictada por los celos, y cuánto resentimiento hoteles en los corazones de los envidiosos.

El Papa sigue su ejemplo de la Primera lectura, que narra el episodio de los celos de Saúl, rey de Israel, hacia David, quien habría sido su sucesor. La creciente fama de David, quien después de derrotar a Goliat en un duelo, se encontró haciendo negocios por los cuales era constantemente alabado por la gente más que el Rey Saúl, lo que llevó a este último a sufrir celos hacia él, hasta perseguirlo al obligarlo a Un largo escape.

Uno de los peores pecados para el papa Francisco es la envidia, porque es extremadamente insidioso. No soportas nada que dé sombra a tu figura, y esta sensación desagradable con el tiempo se convierte en un gusano para hacer que quienes lo padecen vivan en un estado de tormento perpetuo. La exposición prolongada a este tormento produce pensamientos tremendos, que van tan lejos como el deseo de matar el objeto de la envidia, para deshacerse de él definitivamente.

Bergoglio habla de un "sufrimiento" real, de un estado de dolor perenne que termina haciéndote perder la cabeza hasta que creas que la solución definitiva a tu problema es la muerte de los demás. En las formas más suaves, pero no menos serias, los celos y la envidia pueden matar con el habla. Para poner bajo una mala luz a aquellos que nos han puesto a la sombra, estamos dispuestos a tejer una densa red de charla y chismes, terrible para aquellos que son víctimas de ella.

"Le pedimos al Señor que nos dé la gracia de no abrir nuestros corazones a los celos, no abrir nuestros corazones a la envidia, porque estas cosas siempre conducen a la muerte": con estas palabras, el Papa nos invita a no caer en este tipo de error, porque la trampa más sutil es la que te lleva a creer que el bien de los demás está hecho y creado para poner tus miserias y debilidades en una mala luz. Esto no es así, y con demasiada frecuencia uno finge no saberlo.

Jesús mismo fue entregado a Pilato por la envidia de los escribas. Marcos lo dice en su Evangelio, que Pilato lo sabía perfectamente. Y esta es LA prueba de que por envidia uno puede decidir conscientemente entregar a alguien a la muerte. Ambos con palabras, haciendo tierra quemada, y con hechos. Pero el último caso, afortunadamente, es menos frecuente.

Tomado de cristianità.it