Los milagros desconocidos del Padre Pío

El libro Los milagros desconocidos del santo de los "estigmas" contiene numerosos testimonios de Milagros obtenido también recientemente, gracias a la intercesión del fraile capuchino. Hoy hablamos de uno de los innumerables milagros casi desconocidos de la santa de Pietralcina.

santo

Esta es la historia de uno ragazza a lo que el fraile concedió una serie de pequeños milagros. Criada en la arrogancia, exigió todo lo que quiso y pisoteó la dignidad humana sin el menor remordimiento. Su vida sexual era lo suficientemente desordenada y caótica como para llevarla a abortar 6 veces. Cada vez que negaba a Dios el don de dar a luz una vida nueva, se sentía cada vez más repugnante.

Empezó a odiarse a sí mismo, hundiéndose en el abismo dealcohol y drogas, hasta que perdió tanto peso que le diagnosticaronanorexia. En los años siguientes, tras el fracaso de su matrimonio, con un hombre 20 años mayor que ella, la joven vuelve a casa de sus padres para intentar recomponer su vida.

La niña cambia su vida gracias al Padre Pío

cuando el vino a Dallas, quedó prácticamente reducido a un cadáver. La madre de la niña tenía como amigo a un sacerdote filipino, quien a menudo invitaba a la niña a asistir a misa. Un día se convenció y asistió a una misa en casa de un médico. el oficiante, Padre Santos Mendoza. luego se ofreció a confesarla. La niña, aunque de mala gana, decidió aceptar.

pietralcina

El padre Mendoza en ese momento exclamó una frase, a la que la niña de entonces no dio importancia. Sonriendo, dijo que la niña era un gran pez, caída en manos de Dios, esa frase sólo cobró sentido cuando murió Santos Mendoza. El Padre había sido exorcista y podía leer el alma de los penitentes.

Gracias a él, la niña se enteró. Padre Pio, que de la mano de san ignacio de loyola, lo llevó a conocer al gran amor de su vida, su esposo a Jesús de formación jesuita. Más tarde, incluso probó la felicidad de convertirse en madre de la pequeña. Anamaria, quien le recuerda todos los días dar gracias a Dios por no haber vuelto a transformar este gran regalo en un sepulcro.