El consejo de hoy 1 de septiembre de 2020 de San Cirillo

Dios es espíritu (Jn 5, 24); el que es espíritu ha engendrado espiritualmente (…), en una generación sencilla e incomprensible. El mismo Hijo dijo del Padre: "El Señor me dijo: Tú eres mi Hijo, hoy te he engendrado" (Sal 2, 7). El hoy no es reciente, sino eterno; hoy no es en el tiempo, sino antes de todos los siglos. "Del seno del alba como rocío te engendré" (Sal 110, 3). Creed, pues, en Jesucristo, Hijo del Dios viviente, pero Hijo unigénito según la palabra del Evangelio: "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Jn. 3, 16). (…) Juan da este testimonio de él: "Vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad" (Jn 1, 14).

Por eso, los propios demonios, temblando ante él, gritaron: «¡Basta! ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¡Eres el Hijo del Dios viviente! Por tanto, es Hijo de Dios según la naturaleza, y no sólo por adopción, ya que nació del Padre. (…) El Padre, Dios verdadero, engendró al Hijo semejante a él, Dios verdadero. (…) El Padre generó al hijo de manera diferente a como el espíritu genera la palabra en los hombres; porque el espíritu en nosotros permanece, mientras que la palabra, una vez dicha, se desvanece. Sabemos que Cristo fue engendrado "Verbo vivo y eterno" (1 P 1, 23), no sólo pronunciado con los labios, sino nacido precisamente del Padre eternamente, inefablemente, de la misma naturaleza del Padre: "En el principio era el Verbo y el Verbo era Dios ”(Jn 1,1). Palabra que comprende la voluntad del Padre y hace todo por su orden; Palabra que baja del cielo y vuelve a subir (cf. Is 55,11); (…) Palabra llena de autoridad y que lo sostiene todo, porque "el Padre lo ha entregado todo en manos del Hijo" (Jn 13, 3).