El consejo de hoy 4 de septiembre de 2020 de Sant'Agostino

San Agustín (354-430)
obispo de Hippo (África del Norte) y doctor de la Iglesia

Discurso 210,5 (Nueva Biblioteca Agustina)
“Pero vendrán días en que el esposo les será arrebatado; entonces, en esos días, ayunarán "
Así que mantengamos "ceñidas las caderas y las lámparas encendidas", y somos como esos "siervos que esperan el regreso de su señor de las bodas" (Lc 12,35, 1). No nos digamos: "Comamos y bebamos porque mañana moriremos" (15,32 Co 16,16, 20). Pero precisamente porque el día de la muerte es incierto y la vida dolorosa, ayunamos y rezamos aún más: mañana, de hecho, moriremos. "Un poquito más - dijo Jesús - y no me verás un poquito más y me verás" (Jn 22). Este es el momento que nos contó: “lloraréis y estaréis tristes, pero el mundo se alegrará” (v. XNUMX); es decir: esta vida está llena de tentaciones y somos peregrinos lejos de él. "Pero te volveré a ver - agregó - y tu corazón se gozará y nadie podrá quitarte tu alegría" (v. XNUMX).

Nos regocijamos incluso ahora en esta esperanza, a pesar de todo, ya que el que nos prometió es el más fiel, en la espera de ese gozo sobreabundante, cuando "seremos como él, porque lo veremos como es" (1 Jn 3,2, 16,21), y “Nadie podrá quitarnos nuestra alegría”. (…) “Cuando una mujer da a luz - dice el Señor - tiene dolor porque ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz hay una gran fiesta porque ha venido un hombre al mundo ”(Jn XNUMX, XNUMX). Esta será la alegría que nadie nos podrá quitar y de la que seremos colmados cuando pasemos, del modo de concebir la fe en la vida presente, a la luz eterna. Así que ayunemos y oremos ahora, porque es el momento del parto.