El crucifijo milagroso que detuvo la plaga: recemos ahora

La iglesia de la estación romana el miércoles después del domingo de pasión es el titulus Marcelli, el actual San Marcello al Corso. Fundada, según Liber Pontificalis, por el santo Papa y Mártir Marcello (308-310), cuyo cuerpo ahora descansa allí, en lo que una vez fue el hogar de la devota matrona Lucina, es una de las iglesias más antiguas de Roma y, como Todas las iglesias históricas de la Ciudad Eterna, tesoro de historia, devoción y tesoros artísticos.

Entre estos tesoros se destaca el Crucifijo del siglo XIV, de la escuela de Siena, muy querido por la devoción de los romanos, de la gente a los Altos Pontífices, por su "milagro".

Los orígenes de esta devoción se encuentran en el siglo XVI. En primer lugar, en la noche del 22 al 23 de mayo de 1519, cuando un incendio devastó el templo de San Marcello. Casi todo fue devorado por el fuego, pero entre las ruinas humeantes, ileso y con una lámpara encendida al pie, destacaba el crucifijo del altar mayor. El hecho fue considerado milagroso por las personas que se apresuraron y provocaron una cierta emoción por la cual la efigie sagrada gradualmente se convirtió en el tema de una devoción cada vez mayor, alimentada por los Siervos de María (que entonces ahora ofician la iglesia), cuya peculiaridad es precisamente la Meditación profunda sobre los misterios de la Pasión de Jesús y de la Compasión de María. Los más devotos comenzaron a reunirse todos los viernes para honrar la Santa Cruz: son los orígenes de la Archicofradía del Santísimo Crucifijo, aprobada por Clemente VII en 1526 y enriquecida con abundantes indulgencias.

Pero es en 1522 que el pueblo romano, azotado por la Gran Peste, tuvo la oportunidad de experimentar lo milagroso que era el Crucifijo. Durante dieciséis días, del 4 al 20 de agosto, la Efigie recorrió las calles de Roma para llegar finalmente a la Basílica de San Pedro. A medida que avanzaba el Crucifijo, la plaga disminuía. Como si el Crucifijo que realizó el prodigio a través de su representación de madera quisiera disipar los temores de las autoridades de la ciudad que habían tratado de evitar la procesión precisamente por temor a que la enfermedad se extendiera más debido a las reuniones de los fieles.