El papel profético de Cristo.

Jesús les dijo: "Hoy este pasaje de las Escrituras se cumple en su audiencia". Y todos hablaron mucho sobre él y se maravillaron de las hermosas palabras que salieron de su boca. Lucas 4: 21-22a

Jesús acababa de llegar a Nazaret, donde había crecido, y entró en el área del templo para leer las Escrituras. Leyó el pasaje de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me consagró para traer buenas noticias a los pobres. Me envió a proclamar la libertad de los prisioneros y restaurar la vista a los ciegos, dejar libres a los oprimidos y proclamar un año aceptable para el Señor. Después de leer esto, se sentó y proclamó que la profecía de Isaías se había cumplido.

La reacción de la gente de su ciudad es interesante. "Todos hablaron mucho sobre él y se maravillaron de las amables palabras que salieron de su boca". Al menos, esa es la reacción inicial. Pero si seguimos leyendo, vemos que Jesús desafía a las personas y, en consecuencia, estaban llenas de furia y trataron de matarlo allí mismo.

A menudo, tenemos las mismas reacciones hacia Jesús. Al principio, podemos hablar bien de él y recibirlo con gracia. Por ejemplo, en Navidad podemos cantar villancicos y celebrar su cumpleaños con alegría y celebración. Podríamos ir a la iglesia y desearle a la gente una Feliz Navidad. Podemos establecer una escena de pesebre y decorar con símbolos cristianos de nuestra fe. ¿Pero qué tan profundo es todo esto? A veces las celebraciones y tradiciones navideñas son solo superficiales y no revelan una verdadera profundidad de creencia o fe cristiana. ¿Qué sucede cuando este precioso Cristo-Niño habla de la verdad y la convicción? ¿Qué sucede cuando el evangelio nos llama al arrepentimiento y la conversión? ¿Cuál es nuestra reacción a Cristo en estos momentos?

A medida que continuamos la última semana de nuestra temporada navideña, reflexionamos hoy sobre el hecho de que el niño que honramos en Navidad ha crecido y ahora nos dice palabras de verdad. Piensa si estás dispuesto a honrarlo no solo como un niño, sino también como un profeta de toda verdad. ¿Estás dispuesto a escuchar todo su mensaje y recibirlo con alegría? ¿Estás dispuesto a permitir que sus palabras de verdad penetren en tu corazón y transformen tu vida?

Señor, te amo y quiero que todo lo que dijiste penetre en mi corazón y me atraiga en toda la verdad. Ayúdame a aceptarte no solo como un niño nacido en Belén, sino también como el gran Profeta de la Verdad. Que nunca me ofendan las palabras que dices y que siempre pueda estar abierto a tu papel profético en mi vida. Jesús, creo en ti.